Los
documentos desclasificados por Estados Unidos revelan
los planes para asesinar a Cores y Ferreira.
los planes para asesinar a Cores y Ferreira.
Por
Samuel Blixen – Viernes 31 5 19 - Brecha
Entregados
recientemente al gobierno argentino, los archivos dan cuenta del protagonismo
de la inteligencia uruguaya en planes para asesinar a opositores exiliados en
Europa con el visto bueno del comandante en jefe del Ejército, general Julio
César Vadora.
Los archivos desclasificados en Estados Unidos revelaron que el Cóndor uruguayo pretendió asesinar a Hugo Cores / Foto: Nancy Urrutia |
Hugo
Cores, secretario general del Pvp, y Wilson Ferreira Aldunate, líder del
Partido Nacional, dos de los más prominentes exiliados uruguayos después del
asesinato de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, fueron señalados como
blanco de la Operación Cóndor para ser eliminados físicamente en Europa. Cores
y Ferreira encabezaban una lista de objetivos elaborada por la jefatura
operativa del Cóndor, instalada en Buenos Aires en junio de 1976, tras la
decisión de poner en marcha el plan Teseo, tercera fase del Cóndor para operar
fuera de fronteras del Cono Sur en la persecución y muerte de exiliados
políticos, fueran o no considerados “terroristas y subversivos”.
Todo
indica que hubo un intento de concretar el asesinato de Cores, cuando un equipo
integrado por oficiales de la inteligencia argentina y uruguaya se trasladó a
Francia en diciembre de 1976. La persecución con fines de eliminación del
secretario del Pvp se prolongó por lo menos hasta 1978, cuando fracasó una
“ratonera” instalada en Porto Alegre por oficiales de la Compañía de
Contrainformación del Ejército uruguayo.
La
vigilancia sobre Ferreira Aldunate, que residía en Londres, pero que estaba en
permanente movimiento en sus viajes de campaña para denunciar el terrorismo de
Estado de la dictadura uruguaya, se extendió por Europa, Estados Unidos y
Sudamérica de forma obsesiva hasta mediados de 1977. Los indicios sugieren que
hasta esa fecha la vigilancia estaba determinada por el plan de asesinato,
aunque los partes periódicos sobre sus movimientos continuaron hasta el día
mismo en que regresó a Uruguay, en 1984.
Se
presume que los planes de la sección operativa para promover ejecuciones más
allá de las fronteras del Cóndor dentro de América Latina, primero, quedaron en
suspenso y, después, se desactivaron con la política de sanciones aplicada por
el gobierno de Jimmy Carter (1977-1981), a partir de la enmienda del congresista
demócrata Edward Koch, que supeditó la ayuda militar de Estados Unidos que
recibían las dictaduras sudamericanas a la situación de los derechos humanos.
El
nombre de Edward Koch también integró la lista de objetivos de Teseo, así como
los de los principales dirigentes de Amnistía Internacional, Edy Kaufman y John
Salzberg. En las listas aparecían también los nombres de los militantes
identificados del Mln, del Erp argentino, del Mir chileno y del Eln boliviano,
que integraban la Junta Coordinadora Revolucionaria (Jcr) y que actuaban en
Europa.
El
Cóndor concretó, por lo menos, dos asesinatos de dirigentes políticos después
del episodio de Michelini, Gutiérrez Ruiz, William Whitelaw y Rosario Barredo,
crímenes que también deben ser atribuidos al Cóndor: el del general Juan José
Torres, ex presidente de Bolivia, secuestrado en Buenos Aires (donde vivía
exiliado desde su derrocamiento en 1971), cuyo cuerpo apareció debajo de un
puente en la provincia de Buenos Aires, el 2 de junio de 1976, con múltiples
señales de tortura, y el del ex canciller chileno Orlando Letelier, asesinado
en Washington junto con su secretaria, en setiembre del mismo año, cuando una
bomba destruyó el automóvil en que viajaban.
MÁS
ALLÁ DE FRONTERAS
El mismo día en que Torres era asesinado en un operativo conjunto de argentinos y bolivianos, y 12 días después de los asesinatos de Michelini y Gutiérrez Ruiz, representantes de la inteligencia de los seis países que integraban el Cóndor (Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia) se reunieron en Santiago de Chile para una puesta a punto de la coordinación represiva que se había resuelto crear en noviembre de 1975 en Viña del Mar. (Esa coordinación fue bautizada con el nombre de Cóndor a propuesta del delegado uruguayo, el entonces coronel José A Fons, subdirector del Servicio de Información de Defensa [Sid], firmante del documento constitutivo.)
El mismo día en que Torres era asesinado en un operativo conjunto de argentinos y bolivianos, y 12 días después de los asesinatos de Michelini y Gutiérrez Ruiz, representantes de la inteligencia de los seis países que integraban el Cóndor (Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia) se reunieron en Santiago de Chile para una puesta a punto de la coordinación represiva que se había resuelto crear en noviembre de 1975 en Viña del Mar. (Esa coordinación fue bautizada con el nombre de Cóndor a propuesta del delegado uruguayo, el entonces coronel José A Fons, subdirector del Servicio de Información de Defensa [Sid], firmante del documento constitutivo.)
La
puesta a punto, según un documento secreto de la Cia fechado el 21 de julio de
1976, recientemente desclasificado, incluía dos novedades: una era la partición
del Cóndor en dos grandes rubros, Condortel, para el intercambio de
información, comunicaciones y alimentación de una base de datos, centralizada
en Santiago, y Condorop (o Condoreje), para los operativos represivos conjuntos,
cuyo cuartel general quedó instalado en Buenos Aires, en el edificio del
Batallón 601 de la inteligencia argentina.
La
segunda novedad fue un acuerdo para realizar ejecuciones de exiliados en
Europa. Los delegados de Brasil, Bolivia y Paraguay, en principio,
condicionaron su participación. “En acuerdo separado, pero en línea con el
pensamiento cooperativo del Cóndor, Uruguay acordó operar en forma encubierta
en París con los argentinos y los chilenos contra la Junta Coordinadora
Revolucionaria y otros terroristas”, dice el documento de la Cia. Brasil
accedió a colaborar en aspectos técnicos de comunicaciones.
Una
discusión más a fondo de este proyecto se concretó un mes después, el 2 de
julio, en Buenos Aires. El Condorop se propuso planificar operaciones en
Francia, para lo que se acordó un mecanismo que funcionaría en dos tiempos: una
vez identificados los blancos (“targets”) se desplazaría a Francia un equipo
integrado por uruguayos, argentinos y chilenos, que realizaría recolección de
inteligencia (confirmación de identificación, ubicación de la residencia del
objetivo, vigilancia de sus movimientos, etcétera). Recién después se
conformaría otro equipo para la eliminación física del objetivo.
Se
acordó que los aparatos de inteligencia franceses no serían informados del
plan. Asimismo, prevaleció el criterio de que los equipos fueran mixtos y que
los participantes estuvieran compartimentados, de manera que el equipo de
vigilancia no sabría quien integraría el equipo de ejecución y viceversa. (La
inteligencia brasileña aportó a sus socios del Cóndor un aparato para cifrar y
descifrar la información que se intercambiaba vía telex y que, según los
documentos desclasificados, era una máquina similar a una vieja caja
registradora con teclas para números.) Los integrantes de los equipos
destinados a operar en Europa viajarían con documentación falsa aportada por
los países miembros.
El
informe de la Cia, elaborado con base en una fuente cuya identidad fue
preservada en la desclasificación, señalaba que “puesto que Brasil, Bolivia y
Paraguay no aceptaron cumplir con el acuerdo para montar las operaciones en
Francia, el granel del esfuerzo probablemente será realizado por Argentina,
Chile y Uruguay”. Los documentos sugieren que Brasil y Bolivia compartían de
alguna manera los temores paraguayos de que acciones extraterritoriales del
Cóndor provocarían reacciones diplomáticas de Estados Unidos.
LOS
OBJETIVOS URUGUAYOS
Otro documento desclasificado, fechado en Buenos Aires el 29 de julio de 1976, cita una fuente (cuyo origen fue censurado en el texto) según la cual el organismo de coordinación estaría integrado por dos oficiales representantes de cada servicio de inteligencia. Uno de los dos delegados uruguayos que asistió a la conformación de la coordinación era un mayor destinado a recibir un curso de entrenamiento para dirigir los grupos de recolección de inteligencia que tenían como objetivo operar extrazona. Coincidentemente, documentos de la inteligencia uruguaya señalan al mayor José Gavazzo, jefe del Departamento III (Operaciones) del Sid, como responsable del Condorop uruguayo. La delegación uruguaya aclaró, empero, que el presupuesto del servicio de inteligencia del Ejército no contaba con los 50.000 dólares de la cuotaparte para la financiación de las operaciones en Europa.
Otro documento desclasificado, fechado en Buenos Aires el 29 de julio de 1976, cita una fuente (cuyo origen fue censurado en el texto) según la cual el organismo de coordinación estaría integrado por dos oficiales representantes de cada servicio de inteligencia. Uno de los dos delegados uruguayos que asistió a la conformación de la coordinación era un mayor destinado a recibir un curso de entrenamiento para dirigir los grupos de recolección de inteligencia que tenían como objetivo operar extrazona. Coincidentemente, documentos de la inteligencia uruguaya señalan al mayor José Gavazzo, jefe del Departamento III (Operaciones) del Sid, como responsable del Condorop uruguayo. La delegación uruguaya aclaró, empero, que el presupuesto del servicio de inteligencia del Ejército no contaba con los 50.000 dólares de la cuotaparte para la financiación de las operaciones en Europa.
En
esa reunión de julio, la oficina de coordinación comenzó a elaborar las listas
de posibles objetivos. Aunque los asesinatos debían ser concretados por
comandos “mezclados”, había una sola lista de objetivos. La aprobación de las
propuestas sería por simple mayoría de los coordinadores. La fuente de la Cia
en Buenos Aires informaba que “Chile tiene muchos (no identificados) objetivos
en Europa”. Y agregaba: “Terroristas como Hugo Andrés Cores Pérez, líder de la
Organización Popular Revolucionaria 33, deben ser incluidos definitivamente en
la lista uruguaya” (véase imagen).
El documento de la Cia señalaba que los uruguayos “están considerando objetivos no terroristas como el político opositor Wilson Ferreira Aldunate, para el caso de que él viaje a Europa”. Wilson, que el 20 de mayo sobrevivió al exterminio de las principales cabezas del exilio uruguayo, se había asilado en la embajada de Austria en Buenos Aires. En Europa inmediatamente inició un periplo de denuncias con conferencias en distintas capitales europeas. Pero el 17 de junio de 1976 fue invitado a testificar ante un subcomité del Congreso de Estados Unidos y permanecía en Washington cuando los agentes de la Cia informaban a la central.
El documento de la Cia señalaba que los uruguayos “están considerando objetivos no terroristas como el político opositor Wilson Ferreira Aldunate, para el caso de que él viaje a Europa”. Wilson, que el 20 de mayo sobrevivió al exterminio de las principales cabezas del exilio uruguayo, se había asilado en la embajada de Austria en Buenos Aires. En Europa inmediatamente inició un periplo de denuncias con conferencias en distintas capitales europeas. Pero el 17 de junio de 1976 fue invitado a testificar ante un subcomité del Congreso de Estados Unidos y permanecía en Washington cuando los agentes de la Cia informaban a la central.
EL
PAPEL DEL GENERAL VADORA
Los asesinatos planificados de Cores y Ferreira fueron autorizados por el general Julio César Vadora: “En Uruguay, el comandante en jefe del Ejército general Julio C Vadora es el único político de alto nivel en el gobierno uruguayo que conoce que uno de los planes del Cóndor que operará en Europa es liquidar a individuos especialmente seleccionados. En Uruguay, la Junta de Oficiales Generales no será advertida de estas planificadas operaciones de asesinatos, ni tampoco el presidente Alberto Demicheli y el presidente-designado Aparicio Méndez, o el canciller Juan Carlos Blanco”.
Los asesinatos planificados de Cores y Ferreira fueron autorizados por el general Julio César Vadora: “En Uruguay, el comandante en jefe del Ejército general Julio C Vadora es el único político de alto nivel en el gobierno uruguayo que conoce que uno de los planes del Cóndor que operará en Europa es liquidar a individuos especialmente seleccionados. En Uruguay, la Junta de Oficiales Generales no será advertida de estas planificadas operaciones de asesinatos, ni tampoco el presidente Alberto Demicheli y el presidente-designado Aparicio Méndez, o el canciller Juan Carlos Blanco”.
La
fuente de la Cia era de la opinión de que en Chile, Juan Manuel Contreras, el
general jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), era el encargado
de coordinar la lista de objetivos y los detalles con el presidente Augusto
Pinochet. Por su parte, el mayor retirado del Ejército argentino Ignacio Rojas
era identificado como el responsable de la “Mesa Internacional”, como se
designaba al organismo coordinador de operaciones del Cóndor.
A
comienzos de diciembre tuvo lugar en Buenos Aires una conferencia de delegados
de todos los países del Cóndor para poner en marcha un programa de guerra
psicológica. Las acciones incluían operativos de prensa, con informaciones
falsas, que serían divulgadas en diferentes países. Chile, por ejemplo, instaló
una campaña sobre las supuestas relaciones de Eduardo Frei con operadores
estadounidenses, que fue publicada en Buenos Aires. Otro tanto hizo Uruguay
para desinformar sobre el secuestro y detención clandestina de una prisionera
de la Armada argentina. La prisionera fue trasladada a Uruguay, donde se fraguó
una supuesta entrevista; revistas argentinas desplegaron profusamente las fotos
obtenidas en un hotel céntrico de Montevideo.
Según
un documento desclasificado, el delegado uruguayo a la conferencia sobre
guerras psicológicas era el capitán de la Fuerza Aérea Horacio Sasson. Su
nombre en código era Cóndor-5. En esa época, Sasson integraba el staff de
oficiales del Departamento III del Sid. El argentino Ciro García, de la Side,
era Condor-1; el boliviano Víctor Barrenechea era Condor-2; el coronel chileno
Enrique Cowell era Condor-3, y el comandante paraguayo Rubén Sosa era Condor-4.
Los nombres en clave respondían al número que identificaba a cada país miembro
de la red de inteligencia; el sexto país, Brasil, no está mencionado porque no
concurrió a la conferencia.
UNA
FUGA INDISCRETA
Pero, a mediados de diciembre, la tercera fase del Cóndor sufrió un serio revés. Un informe de la Cia fechado en Buenos Aires revelaba que había regresado a Argentina un equipo integrado por oficiales argentinos y uruguayos desplazado a Francia para realizar la recolección de información de inteligencia sobre “tres terroristas [una línea censurada]. Un día después que el equipo del Cóndor localizara su casa silenciosamente dejaron su residencia. El equipo del Cóndor está convencido de que hubo una fuga de información sobre el plan operacional hacia los terroristas, que fueron puestos en alerta”, dice el documento.
Pero, a mediados de diciembre, la tercera fase del Cóndor sufrió un serio revés. Un informe de la Cia fechado en Buenos Aires revelaba que había regresado a Argentina un equipo integrado por oficiales argentinos y uruguayos desplazado a Francia para realizar la recolección de información de inteligencia sobre “tres terroristas [una línea censurada]. Un día después que el equipo del Cóndor localizara su casa silenciosamente dejaron su residencia. El equipo del Cóndor está convencido de que hubo una fuga de información sobre el plan operacional hacia los terroristas, que fueron puestos en alerta”, dice el documento.
Como
consecuencia de esa fuga de información, “el jefe de [censurado] está teniendo
algunas dudas sobre la conveniencia de mantener equipos para operar
conjuntamente con otros países. (La fuente) piensa que los problemas son
demasiado grandes y que mucha gente conoce sobre el Cóndor como para que sea
efectivo”.
Sin
embargo, otros elementos sugieren que los planes de asesinato en el marco del
plan Teseo continuaron, como lo atestigua el intento fallido de que el gobierno
de Estados Unidos diera la autorización para que Gavazzo y Fons tuvieran visa
diplomática, uno como agregado militar y otro como delegado en la Junta
Interamericana de Defensa, a ser implantados en Washington para el seguimiento
de un objetivo, que podía ser el congresista Koch o Wilson Ferreira. Y en 1978
fuerzas combinadas de oficiales uruguayos y policías brasileños secuestraron a
Lilián Celiberti y Universindo Rodríguez, y a dos niños hijos de la primera.
Dejaron en el apartamento de Porto Alegre una “ratonera” que tenía como
objetivo apresar a Cores, que recientemente había abandonado Francia.
Cores –que posiblemente haya sido uno de los objetivos del equipo del Cóndor que operó en Francia en diciembre de 1976, y que fue neutralizado por una fuga de información– advirtió la trampa montada en Porto Alegre y fue él quien, mediante una llamada telefónica anónima, alertó a los periodistas de la revista Veja, dejando así en descubierto el secuestro realizado por la Compañía de Contrainformación, una unidad que dependía directamente del Estado Mayor del Ejército, y por tanto personalmente del comandante en jefe del Ejército, en aquel entonces el general Gregorio Álvarez.
Cores –que posiblemente haya sido uno de los objetivos del equipo del Cóndor que operó en Francia en diciembre de 1976, y que fue neutralizado por una fuga de información– advirtió la trampa montada en Porto Alegre y fue él quien, mediante una llamada telefónica anónima, alertó a los periodistas de la revista Veja, dejando así en descubierto el secuestro realizado por la Compañía de Contrainformación, una unidad que dependía directamente del Estado Mayor del Ejército, y por tanto personalmente del comandante en jefe del Ejército, en aquel entonces el general Gregorio Álvarez.
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