Opinando N° 16 – Año 11 – Martes 16 de agosto de 2022
El pasado sábado Tomás Lynn dedicó su columna semanal
a cuestionar a Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Puso en
evidencia un enorme desconocimiento en la materia. Grosero, dijera Alberto
Kesman.
Madres y Familiares ofició de portavoz de un conjunto
de organizaciones sociales, más de un centenar, que cuestionan la actuación que
los partidos políticos que integran la coalición gubernamental vienen llevando
a cabo a la hora de renovar las autoridades del Consejo Directivo de la INDDHH.
El cuestionamiento se dirige, entonces, a ese centenar de organizaciones.
El lunes 1º de agosto, antes de comenzar la sesión de
la Asamblea General, las organizaciones sociales procedieron a dar a conocer
una declaración conjunta explicitando su malestar con el proceso de selección y
designación de los próximos directivos de la institución. Elena Zaffaroni, de
Madres y Familiares, hizo de vocera de ese colectivo leyendo una declaración,
junto con Adriana Vaselli de Serpaj, aunque el matutino El País no lo
específicó.
Expresar puntos de vista sin conocimiento de causa,
sin conocer la Ley 18 446, como lo hizo Tomás Lynn, lo dejó en falsa escuadra y
siendo parte del coro reaccionario que viene arremetiendo en manada contra el
organismo que fuera creado en el año 2008 y comenzara a funcionar efectivamente
en el año 2012.
La INDDHH mejoró la calidad de
la democracia
El órgano de prensa que cobija a Tomás Lynn considera
que la Institución es un organismo innecesario, costoso, ineficiente y que
superpone su accionar con el de otros órganos del Estado. No es cierto. Inspirada
en los Principios de París de las Naciones Unidas, la INDDHH es un órgano no
jurisdiccional, distinto al judicial, con procedimientos diferentes, para la
promoción y, fundamentalmente, para la protección de los derechos humanos de
las personas. Es una instancia adicional diferente para mejorar la vida de los
ciudadanos frente a los potenciales abusos de poder de los funcionarios
estatales.
La creación de la INDDHH durante el primer gobierno
del Dr. Tabaré Vázquez, luego de un enorme esfuerzo multipartidario, fue un avance institucional, significó una mejora
sustantiva de la calidad democrática. Los derechos humanos pasaron a ser un
punto específico en las preocupaciones del Estado, destinado a mejorar la
calidad de vida de los ciudadanos.
Vale la pena recordar que en el grupo de trabajo que
elaboró el proyecto de ley con el auspicio de la Alta Comisionada para los
derechos humanos de la ONU en aquel momento Louise Arbour, estuvo integrado por
la actual vicepresidenta de la República Beatriz Argimón, Gustavo Espinoza del
Partido Colorado, Iván Posada del Partido Independiente, Margarita Percovich y
Daniela Payssé del Frente Amplio, con la coordinación del Dr. Oscar López Goldaracena.
Los sectores sociales con los cuales El País se siente
identificado y santifica, los malla oro
según la terminología presidencial, desdeñan las normas de DDHH, no las
reconocen y cuando sienten que sus intereses están amenazados o perjudicados recurren
a estudios jurídicos de primer nivel o, en último caso, de acuerdo a las
circunstancias, a golpes de Estado como ocurrió en nuestro país hace casi 50
años.
Respetar la letra y el espíritu
de la Ley 18 446
En última instancia, lo que las organizaciones
sociales reclaman es que se cumpla a cabalidad con la letra y el espíritu de la
ley que creó la Institución Nacional de DDHH. No se pretende designar a los
próximos integrantes del Consejo Directivo. Esa demanda corre por cuenta del columnista. Se reclama,
legítimamente, que la selección de los mismos se lleve a cabo de acuerdo a las
disposiciones legales vigentes, tanto en
lo que tiene que ver con quienes están en condiciones de proponerlos como en lo
referido a la idoneidad de los mismos, sus orígenes y representatividad,
teniendo muy presente que es recomendable que algunos de ellos aseguren la
continuidad histórica de la gestión.
El Artículo 36 estipula muy claramente que en su
integración se procurará asegurar la representación pluralista de las fuerzas
sociales de la sociedad civil interesadas en la promoción y protección de los
derechos humanos, conforme a los principios de equidad de género y no
discriminación.
Los parlamentarios deben elegir soberanamente en
función de asegurar la representación de
fuerzas y organizaciones sociales interesadas en la promoción de las normas de
derechos humanos. No deben limitarse a elegir personalidades con experiencia,
formación y conocimiento, sino a representantes de organizaciones sociales de
una manera plural con diferentes sensibilidades temáticas.
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Opinando N° 15 – Año 11 – Martes 9 de agosto de 2022
LA DISPUTA PARTIDARIA POR LA INSTITUCIÓN NACIONAL
DE DERECHOS HUMANOS
Por Samuel Blixen – Brecha – 5 8 2022
Es posible que pase un tiempo antes de que sea nombrado el consejo directivo de la Institución Nacional de Derechos Humanos, mientras se ventila un escandalete por la aplicación de cuotas políticas.
La elección de los cinco miembros del nuevo consejo directivo de la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) promete convertirse en una riña de gallinero en el seno de la coalición gobernante. En la tercera renovación desde su creación, en 2008, la designación de los nuevos directivos está teñida por una fuerte impronta partidaria que se aleja notoriamente de los principios que sustentaron su creación. A la vez revela cómo este organismo se ha convertido en una piedra en el zapato para la porción del espectro político que considera a la administración pública como un coto cerrado en los cinco años que van de elección a elección nacional.
La ley otorga a la institución amplias potestades para analizar la eventual violación de derechos en cualquier ámbito y en cualquier dimensión. Tal responsabilidad exige de quienes conducen el organismo una amplia capacidad técnica y la indispensable autonomía e independencia del poder político. Por ello es que, a nivel mundial, una tal organización es considerada como expresión de una gran madurez cívica y democrática, como herramienta de control.
UN ENTE AUTÓNOMO
En esta oportunidad –y aun cuando en su corta historia la INDDHH avanzó con pasos muy medidos, sin siquiera experimentar algunas de las potestades que la ley le otorga– la inevitable contraofensiva conservadora y reaccionaria intenta convertir este instrumento en un dócil ayudante de la concepción política imperante. Tal cual denunciaron 32 organizaciones sociales, la comisión bicameral del Parlamento encargada de estudiar los antecedentes de los distintos candidatos y proponer candidaturas a la Asamblea General introdujo criterios de selección que convierten a la INDDHH en un ente autónomo. Esa comisión estableció una norma inédita que, como se denunció, transgrede algunos artícu-los de la ley que la creó.
Decidió que cuatro de los cinco miembros que quedarían serían electos por la coalición gobernante y uno por la oposición. De esos cuatro, dos responderían al Partido Nacional, uno al Partido Colorado y uno a Cabildo Abierto. El Frente Amplio rechazó dicho criterio y adelantó que en la Asamblea General daría sus votos a cinco candidatos que consideren idóneos sin consideraciones de cuotas políticas. Desde un primer momento quedó claro que la coalición oficialista pretendía un consejo directivo que, mediante cuota política, preservara lo que se podría llamar la «influencia directriz» de la derecha. Algunos de los candidatos propuestos por legisladores del oficialismo no ofrecían méritos referidos a derechos humanos, y otros, en alguna oportunidad, habían cuestionado la existencia del terrorismo de Estado durante la dictadura.
La lista de 26 candidatos que surgió de las deliberaciones de la coalición reveló las inmensas dificultades para llegar a un consenso; no fue posible acotar una propuesta, de modo que a la Asamblea General llegó una lista con la idea, se argumentó, de que «fuera lo más amplia posible». La vicepresidenta Beatriz Argimón alegó que mandar una nómina tan amplia afectaba el criterio de «apostar a la excelencia y a lo técnico de sus integrantes; por algo en la ley se estableció un proceso para seleccionar lo que va».
En una sesión convocada especialmente para elegir a los cinco miembros, la Asamblea General sesionó el lunes 1. Se sabía de antemano que el cuerpo no lograría los dos tercios de votos que requiere cada nominación. Se realizaron dos votaciones que no llegaron a los mínimos requeridos. No obstante, Ana Agostino, Mariana Mota, Jaime Saavedra y Wilder Tayler, Javier Palummo, María Gloria Robaina y Carmen Rodríguez fueron los más votados. «¿Quién puede pensar que personas que son negacionistas del terrorismo de Estado pueden formar parte del directorio de la INDDHH?», sostuvo la diputada frenteamplista Verónica Mato durante el debate. Y la senadora Silvia Nane apuntó: «No sé qué quieren hacer con el cuatro y uno. La INDDHH no es ANTEL ni UTE».
El cuerpo fue convocado para una nueva sesión, el jueves 11, en la que probablemente surja la nueva integración del consejo directivo de la INDDHH, porque se requerirá en esta segunda instancia una mayoría simple para cada aspirante. Pero habrá una instancia de preselección propuesta por el oficialismo: «Continuarán los candidatos que hayan alcanzado un quinto de los votos en la primera vuelta o estén dentro de los diez más votados».
Sin embargo, en todo este proceso estará pendiente una resolución del Tribunal de lo Contencioso Administrativo a raíz de una acción de nulidad contra la actuación de la comisión bicameral que evaluó a los candidatos. La acción de las 32 organizaciones sociales, dada a conocer en momentos en que comenzaba a sesionar la Asamblea General, se basa en el desconocimiento de los términos de los artículos 39, 45 y 46 de la ley que creó la INDDHH.