Nueve militares chilenos fueron
condenados por
el asesinato de Víctor Jara
Víctor Jara en la noche de la amistad soviético-chilena, en el Palacio de Jóvenes Pioneros, en 1972, en Moscú. |
La Diaria - 5 7 18
El juicio termina a 45 años del crimen.
Víctor Jara estuvo entre los primeros detenidos de la recién
instaurada dictadura de Augusto Pinochet. Fue secuestrado en la Universidad
Técnica del Estado, en la que daba clases, junto a cientos de alumnos y
docentes, apenas horas después del golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973.
Ese mismo día, o el siguiente, estuvo detenido en el Estadio Chile –renombrado
Estadio Víctor Jara en 2003–.
Se encontraba junto a los otros detenidos cuando fue
reconocido, dentro del Estadio Chile, por quien dirigía a los militares en el
lugar, alias El Príncipe. “¡A ese hijo de puta me lo traen para acá!”, ordenó.
“¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu
madre, cantor de pura mierda!”, agregó, según contó a la Justicia otro de los
prisioneros.
Otros militares lo separaron de los demás y adelante de todos
lo torturaron: golpes, patadas, simulacros de fusilamiento. Hubo un
ensañamiento particular con las manos con las que tocaba la guitarra: fueron
quemadas con cigarrillos y golpeadas con la culata de un arma hasta sufrir
múltiples fracturas.
Jara fue aislado y trasladado a una de las celdas
improvisadas dentro del Estadio Chile. Cuando no lo estaban torturando, estaba
allí junto a Littré Quiroga, un militante comunista que había sido director de
prisiones durante el gobierno de Salvador Allende. El 15 de setiembre los
militares decidieron trasladar a los secuestrados en el Estadio Chile al
Estadio Nacional.
Varios de ellos dirían después a la Justicia que al salir
vieron en el hall de acceso del estadio 30 o 40 cadáveres apilados, tirados
unos arriba de otros, todos acribillados. En esa pila estaban Jara y Quiroga.
El cuerpo del músico había recibido 44 balazos.
El de Jara es uno de los crímenes más emblemáticos de la
dictadura de Pinochet, que terminó en 1990, pero no por eso se aceleraron los
tiempos de la Justicia: el 31 de diciembre de 2013 fueron procesados ocho
militares y ayer, más de cuatro años después, fueron condenados.
Los sentenciados son nueve militares retirados, ocho por su
participación directa en las torturas y el asesinato, tanto de Jara como de
Quiroga, y el último por encubrimiento. Los ocho recibieron penas de 15 años
por los asesinatos y de tres años por los secuestros, informó el Poder Judicial
chileno. El noveno deberá cumplir una pena de cinco años en prisión por encubrir
ambos delitos. Además, el Estado de Chile deberá pagar a los familiares de
ambas víctimas una indemnización de más de dos millones de dólares.
Hay un décimo militar involucrado en el asesinato de Jara. Se
trata de Pedro Barrientos, que fue excluido de la causa por el juez porque
reside en Estados Unidos y la Justicia de ese país no resolvió la solicitud de
extradición, que fue presentada por Chile en 2014. Barrientos sí fue condenado
en un juicio civil, en un tribunal de Estados Unidos que lo encontró culpable
de torturar, secuestrar y asesinar a Jara, y lo condenó a pagar una
indemnización de 28 millones de dólares a la familia. Se cree que Barrientos es
quien era identificado como El Príncipe.
El fallo judicial fue comentado por la ex presidenta Michelle
Bachelet en Twitter. “Con la condena de nueve ex militares responsables de su
asesinato hace casi 45 años, Víctor Jara canta con más fuerza que nunca y Chile
hace justicia con su historia. Sólo a través de la verdad, la justicia y la
reparación se construye la unidad que los chilenos/as tanto anhelamos”,
escribió.
También la diputada del Partido Comunista Karol Cariola se
refirió al fallo en Twitter. Dijo que Jara y Quiroga fueron “cruelmente
asesinados por agentes de la dictadura”, que con ese acto “le hicieron un daño
irreparable a la cultura y la vida nacional”. Agregó que “a veces” camina por
la zona en la que creció Jara, la misma que ella representa como diputada,
“pensando en él, en su mirar humilde, su generosidad, su ternura escolar” y en
“cuánto sigue doliendo lo que le hicieron”.
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