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jueves, 5 de julio de 2018

Condenaron a los asesinos de Víctor Jara

Nueve militares chilenos fueron condenados por

 el asesinato de Víctor Jara


 Víctor Jara en la noche de la amistad soviético-chilena,
 en el Palacio de Jóvenes Pioneros, en 1972, en Moscú.
La Diaria - 5 7 18

El juicio termina a 45 años del crimen.

Víctor Jara estuvo entre los primeros detenidos de la recién instaurada dictadura de Augusto Pinochet. Fue secuestrado en la Universidad Técnica del Estado, en la que daba clases, junto a cientos de alumnos y docentes, apenas horas después del golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973. Ese mismo día, o el siguiente, estuvo detenido en el Estadio Chile –renombrado Estadio Víctor Jara en 2003–.

Se encontraba junto a los otros detenidos cuando fue reconocido, dentro del Estadio Chile, por quien dirigía a los militares en el lugar, alias El Príncipe. “¡A ese hijo de puta me lo traen para acá!”, ordenó. “¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda!”, agregó, según contó a la Justicia otro de los prisioneros.

Otros militares lo separaron de los demás y adelante de todos lo torturaron: golpes, patadas, simulacros de fusilamiento. Hubo un ensañamiento particular con las manos con las que tocaba la guitarra: fueron quemadas con cigarrillos y golpeadas con la culata de un arma hasta sufrir múltiples fracturas.

Jara fue aislado y trasladado a una de las celdas improvisadas dentro del Estadio Chile. Cuando no lo estaban torturando, estaba allí junto a Littré Quiroga, un militante comunista que había sido director de prisiones durante el gobierno de Salvador Allende. El 15 de setiembre los militares decidieron trasladar a los secuestrados en el Estadio Chile al Estadio Nacional.

Varios de ellos dirían después a la Justicia que al salir vieron en el hall de acceso del estadio 30 o 40 cadáveres apilados, tirados unos arriba de otros, todos acribillados. En esa pila estaban Jara y Quiroga. El cuerpo del músico había recibido 44 balazos.

El de Jara es uno de los crímenes más emblemáticos de la dictadura de Pinochet, que terminó en 1990, pero no por eso se aceleraron los tiempos de la Justicia: el 31 de diciembre de 2013 fueron procesados ocho militares y ayer, más de cuatro años después, fueron condenados.
Los sentenciados son nueve militares retirados, ocho por su participación directa en las torturas y el asesinato, tanto de Jara como de Quiroga, y el último por encubrimiento. Los ocho recibieron penas de 15 años por los asesinatos y de tres años por los secuestros, informó el Poder Judicial chileno. El noveno deberá cumplir una pena de cinco años en prisión por encubrir ambos delitos. Además, el Estado de Chile deberá pagar a los familiares de ambas víctimas una indemnización de más de dos millones de dólares.

Hay un décimo militar involucrado en el asesinato de Jara. Se trata de Pedro Barrientos, que fue excluido de la causa por el juez porque reside en Estados Unidos y la Justicia de ese país no resolvió la solicitud de extradición, que fue presentada por Chile en 2014. Barrientos sí fue condenado en un juicio civil, en un tribunal de Estados Unidos que lo encontró culpable de torturar, secuestrar y asesinar a Jara, y lo condenó a pagar una indemnización de 28 millones de dólares a la familia. Se cree que Barrientos es quien era identificado como El Príncipe.

El fallo judicial fue comentado por la ex presidenta Michelle Bachelet en Twitter. “Con la condena de nueve ex militares responsables de su asesinato hace casi 45 años, Víctor Jara canta con más fuerza que nunca y Chile hace justicia con su historia. Sólo a través de la verdad, la justicia y la reparación se construye la unidad que los chilenos/as tanto anhelamos”, escribió.

También la diputada del Partido Comunista Karol Cariola se refirió al fallo en Twitter. Dijo que Jara y Quiroga fueron “cruelmente asesinados por agentes de la dictadura”, que con ese acto “le hicieron un daño irreparable a la cultura y la vida nacional”. Agregó que “a veces” camina por la zona en la que creció Jara, la misma que ella representa como diputada, “pensando en él, en su mirar humilde, su generosidad, su ternura escolar” y en “cuánto sigue doliendo lo que le hicieron”.
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