Símbolo de la dictadura y acusado de muchos de sus peores crímenes,
su
apellido aparece y reaparece una y otra vez
Por Leonardo Haberkorn - El Observador - 7 8 2020
Miguel ROJO / AFP
A mediados de 1985, según
escribió el periodista e investigador estadounidense Lawrence Weschler en su
libro “A miracle, a univers”, el general Hugo Medina le dijo a Wilson Ferreira
que el Ejército aceptaría que algunos de sus oficiales, culpables de graves
violaciones a los derechos humanos, fueran juzgados y condenados por sus
crímenes. Uno de ellos era Gavazzo.
Según Weschler, Gavazzo se
enteró y le hizo saber a Medina que si se intentaba llevar adelante semejante
plan, él divulgaría una lista de al menos 300 oficiales también comprometidos
en tales violaciones.
De acuerdo con el
investigador norteamericano, fue así que Gavazzo abortó la posibilidad de que
el Ejército lo abandonara a su suerte.
Pocos meses después de
recuperada la democracia, y mientras las denuncias en su contra comenzaban a
repetirse en los juzgados, Gavazzo dio una de las pocas entrevistas en prensa
que se le conocen.
Se publicó en el semanario
Búsqueda el 12 de setiembre de 1985 y en ella anunció que jamás se presentaría
ante un juez civil.
“Como militar no estoy
dispuesto a concurrir ante ningún juez civil para que me juzgue por operaciones
militares”, dijo. “Si recibo una citación para presentarme ante un juez civil,
me voy a presentar ante el comandante en jefe del Ejército”.
El periodista le preguntó
si para tomar ese curso de acción se basaba en alguna norma legal.
“No, en ninguna”,
respondió.
Dato
de la realidad
El 22 de mayo de 1986,
Búsqueda publicó la noticia de que el gobierno de Julio María Sanguinetti
pretendía juzgar a diez represores acusados de graves violaciones a los
derechos humanos, y de ese modo dar por cerrado el tema de los crímenes de la
dictadura.
Según se relata en el
libro “El revés dela trama” del periodista Álvaro Alfonso, ante ese anuncio
Gavazzo se presentó en el comando del Ejército “con uniforme de combate y
fuertemente armado” para resistir cualquier intento de ser juzgado.
El 17 de diciembre de
1986, horas antes de que Gavazzo debiera presentarse ante un juez civil para
responder en uno de los casos en los que estaba acusado, los senadores del
Partido Colorado presentaron un proyecto de ley que ponía fin a todos los
procesos contra militares acusados de violar los derechos humanos durante la
dictadura.
El presidente de la
Asamblea General y vicepresidente de la República, Enrique Tarigo, dijo que era
un dato de la realidad que los militares no se presentarían a declarar en los
juicios en su contra. Dos días después, el Partido Nacional presentó el
anteproyecto de la Ley de Caducidad, finalmente aprobada.
Así fue que se gestó la
ley que hoy algunos pretenden reinstaurar.
Con
el fiscal militar
La ley de Caducidad
incluyó un artículo, el 4to, que en lo referente a los desaparecidos determinó
que el Poder Ejecutivo debía disponer “de inmediato las investigaciones
destinadas al esclarecimiento de estos hechos”.
Sanguinetti le encomendó
tal tarea a un fiscal militar, José Sambucetti.
El fiscal militar se
limitó a preguntarle a los acusados si sabían algo y a conformarse con sus
respuestas negativas.
A pesar de ya tener
garantizada por ley la impunidad de sus actos, los militares entrevistados por
Sambucetti prefirieron no revelar ningún dato que permitiera ubicar a los
desaparecidos.
No iban a ir presos, pero
aún así callaron.
El 5 de octubre de 1987 el
fiscal militar interrogó a Gavazzo respecto a la desaparición de Eduardo Pérez
Silveira, hasta hoy ausente.
En actas consta el
siguiente diálogo:
–Diga si conoció al Sr.
Eduardo Pérez, militante del MLN, y Amelia Sanjurjo, militante del Partido
Comunista.
–No lo recuerdo.
–Diga si sabe que Eduardo
Pérez haya sido detenido en los primeros días de mayo de 1974 por integrantes
de las Fuerzas Conjuntas y en días posterioreshaya sido trasladado a Boiso
Lanza, al Grupo de Artillería Nº 1 y al Hospital Militar.
–Desde que las Fuerzas
Armadas se hicieron cargo por disposición del Poder Ejecutivo de la guerra
antisubversiva hasta mi pase a situación de retiro participé permanentemente en
el primer escalón de combate en dicha guerra siempre encuadrado bajo las órdenes
de los mandos militares y por lo tanto toda información referente a operaciones
de combate no puede ser revelada por el suscrito.
–Diga si usted interrogaba
a personas detenidas por las Fuerzas Conjuntas en el marco de tareas
antisubversivas.
–Respondo de la misma
manera que la pregunta precedente.
–Diga si sabe que Eduardo
Pérez haya fallecido en una dependencia militar, en el mes de mayo de 1974, y
en caso afirmativo, cuál habría sido la causa de su fallecimiento.
–Respondo de la misma
manera que la pregunta precedente.
Muchos años después, en
2016, en el libro “Gavazzo. Sin Piedad”, Gavazzo admitió que efectivamente
Pérez Silveira estuvo recluido bajo su mando en el Grupo de Artillería 1 y que
él en persona le arrojó allí una granada de gas que derivó que debiera ser
llevado al Hospital Militar, donde desapareció.
Candidatura
presidencial
En 2006 el presidente
Tabaré Vázquez declaró que el caso de Adalberto Soba, capturado en Argentina,
desaparecido, y cuya familia atestigua haber sido trasladada en avión desde
Buenos Aires por el propio Gavazzo, no estaba comprendido en la ley de
Caducidad. Gavazzo marchó por primera vez a la cárcel, condenado por el juez
Luis Charles.
En 2009, Charles lo
condenó por 28 homicidios de uruguayos capturados en Argentina y desaparecidos,
el llamado “segundo vuelo”.
Poco después, ya estando
preso, Gavazzo fue llevado a Paso de los Toros para declarar en el caso de la
muerte de Roberto Gomensoro Josman.
Gavazzo le mintió a la
jueza y dijo desconocerlo todo al respecto.
Por errores propios, pero
también inducida por las mentiras de Gavazzo y las de un testigo falso (un
militante marginal del MLN, que dijo en el juzgado que le temía a ciertos
militares), la jueza envió a prisión como asesino de Gomensoro al coronel Juan
Carlos Gómez, quien estuvo preso entre 2010 y 2013.
Gavazzo, que sabía de la
inocencia de Gómez por estar él mismo implicado en la muerte de Gomensoro, se
mantuvo impávido y permitió que Gómez marchara preso.
En 2017, el Ministerio de
Defensa dispuso la instalación de un Tribunal de Honor para analizar la
actuación de Gavazzo y otros militares condenados por el "segundo
vuelo".
Hay testimonios que ubican
a Gavazzo en Argentina, torturando en Automotores Orletti, negociando incluso
por dinero la libertad de algunos de los detenidos. Pero enfrentado a los tres
generales del Tribunal, Gavazzo negó todo.
El interrogatorio derivó
hacia Pérez Silveira y Gomensoro. Quizás por sentirse abandonado por su
Ejército, Gavazzo habló lo que nunca había hablado.
Volvió a contar la
historia de la granada de gas que le arrojó a Pérez Silveira. Y dijo que
Gomensoro murió en Artillería 1, que el general Cristi le ordenó hacer
desaparecer su cuerpo y que él mismo lo llevó a Paso de los Toros y lo arrojó
al río Negro.
Enemistados desde hace
años, ante el mismo tribunal, Jorge Silveira acusó a Gavazzo de ser responsable
de la muerte de esos dos prisioneros.
Los integrantes del
Tribunal le avisaron al comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, del
tenor de las confesiones y le señalaron que eso debía denunciarse a la
justicia.
Manini Ríos, en cambio,
ordenó seguir. Pasó casi un año sin que se supiera nada. Manini dice que le
avisó al ministro de Defensa. Presidencia tampoco denunció ni divulgó las
confesiones, y solo reaccionó cuando El Observador lo informó.
El Tribunal de Honor se
limitó a sancionar a Gavazzo por haber dejado que Gómez estuviera preso siendo
inocente. En el fallo no hubo una palabra sobre tortura, muerte en los
cuarteles y prisioneros desaparecidos.
Bajo la comandancia de
Manini Ríos, el Ejército perdió una oportunidad histórica de desmarcarse de su
peor momento, separar a la actual oficialidad de los crímenes de la dictadura,
lavar su imagen y renovar en forma clara y explícita su pacto con la democracia
y los derechos humanos.
Manini Ríos, además, fue
más allá: elevó el fallo del tribunal a la Presidencia con un grueso escrito de
críticas al Poder Judicial, lo que derivó en su previsible destitución.
Es curioso que, teniendo
tantos y tan variados espacios para poder criticar al Poder Judicial, Manini
eligiera hacerlo como adenda al fallo de un Tribunal de Honor a Gavazzo, un
declarado enemigo de la justicia civil, a la cual ha despreciado, desafiado y
boicoteado una y otra vez desde 1985.
Manini Ríos en particular,
y Cabildo Abierto en general, han tomado el caso Gomensoro y la injusta prisión
del coronel Gómez como ejemplo paradigmático de lo mal que trabaja el Poder
Judicial en los casos de los militares de la dictadura.
La crítica –que creció
hasta transformarse en un proyecto de ley para reimplantar la ley de Caducidad-
recalca el mal desempeño que tuvo la jueza del caso.
Lo magistrada se equivocó
y mucho, es cierto.
Lo que nunca se dice es
que para que se equivocara ayudaron y mucho las mentiras de un testigo falso y
las del propio Gavazzo.
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