Miles se
movilizaron en rechazo a fallo de la Suprema Corte de Justicia.
La diaria - 26 2 13 - Por Diego Recoba
El camino
hasta la Plaza Libertad, lugar elegido por los convocantes para manifestarse en
rechazo al fallo de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) que declaró
inconstitucionales los artículos 2 y 3 de la ley 18.831, estaba complicado. Un
enorme vallado policial no sólo impedía arrimarse al edificio de la SCJ
-significativamente ubicado en el pasaje de los Derechos Humanos- sino que ya
cortaba el acceso por la calle San José, a la altura de Paraguay.
Poco antes
de las 18.00, una enorme bandera uruguaya nucleaba a los primeros que llegaban
hasta el lugar, pero rápidamente perdió esa exclusividad, debido a la afluencia
de gente por los tres costados de libre circulación y a la llegada de
organizaciones con sus banderas.
Más
temprano, había circulado un correo electrónico en el que militantes de
izquierda “no frenteamplista” convocaban a ubicarse en la vereda opuesta (en
sentido literal) a aquella en la que estarían los líderes de los diferentes
sectores de la coalición de gobierno.
Pero al
llegar a la concentración surgía la duda, porque nunca quedó explicitado cuál
era la vereda para los dirigentes del FA y cuál para los militantes que les
reprochaban a los legisladores los pocos esfuerzos realizados para anular la
Ley de Caducidad.
Lo cierto es
que era posible encontrar de un lado y del otro de la avenida 18 de Julio a
figuras frenteamplistas, entre las que se encontraban Eduardo Lorier, Juan
Castillo, Enrique Rubio, Roberto Conde, Eduardo Fernández, Mónica Xavier,
Ivonne Passada, Rafael Michelini, Eduardo Brenta, Edgardo Ortuño, Lucía
Topolansky, Luis Puig, Aníbal Pereyra, Daniela Payssé, Alberto Couriel, Miguel
Fernández Galeano y Yerú Pardiñas, entre otros.
En un
momento, la vereda simbólica empezó a quedar más claramente delineada. Por 18
de Julio, desde Cuareim, una columna de varias organizaciones estudiantiles,
sociales y políticas llegó con una pancarta que establecía con claridad los
matices existentes entre los convocantes: “Parlamentarios del FA. Ésta es su
responsabilidad”, decía el cartel.
En la plaza,
además de banderas de sindicatos, organizaciones estudiantiles y algunas pocas
banderas partidarias, se podía ver un amplio despliegue de medios nacionales y
hasta algunos internacionales, como la Televisión Pública de Argentina.
La
delegación del otro lado del río también incluía a representantes del
Ministerio de Desarrollo (“militantes” me corrigieron), y de Madres de Plaza de
Mayo. También había personalidades de diversos ámbitos como los artistas Jorge
Schellemberg (actual director de la Sala Zitarrosa), Pablo Pinocho Routin, el
cineasta Mario Handler, el rector de la Universidad de la República, Rodrigo
Arocena, la activista Lilián Abracinskas, el abogado Óscar López Goldaracena,
entre otros, que esperaban, conversando, el comienzo de la actividad.
La consigna
de la convocatoria se cumplió y todo se desarrolló en silencio (o en el único
silencio posible cuando se junta tanta gente), hasta que cerca de las 18.30,
algunos cánticos seguidos por aplausos le dieron pie al himno nacional, que fue
entonado por los concurrentes. Fue uno de los momentos más emocionantes de la
tarde, con militantes, fundamentalmente los nucleados en torno al monumento a
la Libertad, que cantaban el himno con lágrimas en los ojos y el puño en alto
con el “tiranos temblad”.
Luego de
eso, la gran mayoría de las figuras del Frente Amplio se retiraron y el
sentimiento que reinaba entre la gente era el ¿y ahora qué? Estaba planteado concentrarse
y cantar el himno, pero después nadie sabía de qué iba la propuesta. Por eso
cada vez que había algún grupo de aplausos, un griterío, o un ruido fuera de lo
común, la gente estiraba el cuello para ver de qué se trataba eso, con la
esperanza de que fuera la próxima etapa de la concentración.
En un momento se
escucharon muchos aplausos, que festejaban una representación. Una persona
disfrazada de granadero y con un cartel que decía “SCJ” agredía y tenía
inmovilizada a una persona con los ojos tapados por una venda que decía “Frente
Amplio”, las manos atadas y la boca tapada con un bozal con el logo del
PIT-CNT.
Otras
voces
Durante la
jornada, algunos dirigentes dieron sus impresiones. Lorier declaró que en la
convocatoria “hay una subjetividad presente que es la de todos los uruguayos
indignados, desilusionados por el paso atrás que se ha dado en materia de
justicia en nuestro país”.
El senador
Rubio, en tanto, planteó que “hay separación de poderes pero no repúblicas
aparte” y consultado sobre las críticas de la oposición ante la posibilidad de
que el acto de ayer atentara contra la Constitución, se preguntó: “¿Qué hacían
en abril del 2008 en la puerta de la SCJ [Jorge]Larrañaga, [Luis Hierro] López,
[Aldo] Lamorte, [Pablo] Mieres, realizando un acto?”, en referencia al pedido
de declarar la inconstitucionalidad del IRPF.
Pero también
hubo otras opiniones. Los militantes, muchos de ellos víctimas de los crímenes
que el fallo de la Corte mandó cerrar, empezaron a juntarse en grupitos y
resultaba más interesante escuchar las conversaciones de esos militantes
anónimos que la de los líderes políticos. En un grupo de mujeres que habían
sido detenidas y torturadas en la dictadura cívico-militar, se criticaba a
Eleuterio Fernández Huidobro y su expresión de “pacto de guerreros”. Una
señora, con una mezcla de rabia y decepción en su expresión, decía que
“Huidobro si quiere perdonar a los milicos por una cuestión de guerreros que lo
haga, pero que no pretenda que todos lo hagamos. Menos nosotros, que fuimos la
verdadera carne de cañón de la dictadura, a quienes nos molían en los cuarteles
y las cárceles”.
Un par de veteranos tenían “rabia” por “lo respetuoso que es
el uruguayo”. “Acá están los legisladores que no hicieron nada por anular esta
ley, y nadie les dice nada”, vociferaba. Otro grupo hablaba sobre lo tranquila
que había estado la concentración. Una señora bajita esperaba que “viniera
alguien a decirle que se trataba de una broma”, y señalaba que la decisión de
la Corte había generado que “la rabia del viernes” se transformara ayer “en una
mezcla de confusión y de ganas de despertar de un mal sueño”.
Las
consignas de las pancartas y carteles mostraban otras sensaciones. Uno firmado
por la asociación de ex presos políticos Crysol hacía hincapié en uno de los
nudos más polémicos de la sentencia de la Corte: “La tortura es crimen de lesa
humanidad”. Otro volvía a criticar la actuación de dos figuras del gobierno:
“Semproni, Huidobro, vayan a los cuarteles que son su guarida”. Una señora
mayor repartía volantes denunciando a los ministros de la Corte, a los ex
presidentes Lacalle y Sanguinetti, a Pedro Bordaberry, Huidobro y Gonzalo
Fernández como cómplices de la impunidad, y de su cuello, un cartel colgante
rezaba: “Helios Sarthou presente”. Uno del Partido Comunista manifestaba su
solidaridad con la jueza Mota y otro escrito con un marcador rojo decía que el
Sindicato de Pancheros también estaba en contra de la impunidad.
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