Las mentiras de Gavazzo: el informe y los
testimonios que
confirman el segundo vuelo
Aunque el represor siempre negó la existencia del vuelo en el
que se trajo desde Argentina a prisioneros uruguayos, siete personas y la
Fuerza Aérea lo ratificaron
Leonardo Haberkorn y Natalia Roba - El Observador - 11 5 19
Camilo dos Santos |
No es la primera vez que Gavazzo niega el “segundo vuelo”. Ni
la segunda. Ni la tercera.
Lo ha negado siempre. Lo negó en la Justicia, cuando fue
condenado por 28 homicidios de prisioneros uruguayos trasladados desde
Argentina. Lo negó en su autobiografía, en la que dedicó muchas páginas al
tema. Lo negó en “Gavazzo. Sin Piedad”. Lo negó en el Tribunal de Honor hace
meses. Y ahora lo ha negado, una vez más, en una entrevista con el diario El
País.
En su autobiografía dijo: “El vuelo nocturno del 5 de octubre
de 1976 no existió; si el vuelo no existió no pudo haber transporte de
prisioneros”.
Gavazzo repite lo que ya ha dicho muchas veces: que aquellos
uruguayos hoy desaparecidos –la mayoría integrantes del PVP– que fueron
capturados en Buenos Aires en 1976, fueron muertos en Argentina por argentinos.
Sin embargo, esta repetida negación choca con otros
testimonios aportados a la Justicia y con lo ya asumido en forma oficial por la
Fuerza Aérea.
La mayor parte de los uruguayos que sobrevivieron al infierno
porteño de Automotores Orletti –donde las torturas fueron terroríficas– fueron
trasladados a Uruguay en al menos dos vuelos clandestinos. Los que vinieron en
el primero, sobrevivieron y fueron usados en una farsa ideada y montada por el
propio Gavazzo, seguramente para alargar la dictadura y conseguir apoyo
internacional: se los hizo aparecer falsamente en el chalet Susy de Shangrilá,
el 28 de octubre de 1976, como un grupo guerrillero que quería invadir el país.
Dando rienda suelta a su sed de protagonismo, Gavazzo habló
esa noche en cadena de radio y televisión, y leyó un comunicado que él mismo
había redactado. En aquel momento de gloria, con su rostro y su voz en todos
los hogares, Gavazzo le contó al Uruguay una mentira detrás de otra sobre
aquellos prisioneros presentados como invasores. En los comunicados que envió a
la prensa, dijo que a los subversivos se le habían incautado documentos que
demostraban que planeaban matarlo... ¡y que al mismo tiempo lo definían como un
excelente padre cuya característica era tener “manifestaciones exageradas de
cariño” hacia su familia!
Ese es Gavazzo.
La historia del segundo vuelo es menos pintoresca, para
empezar porque todos sus pasajeros murieron y están desaparecidos.
“Juan Rodríguez”
Lo que sabemos del “segundo vuelo” lo debemos en gran parte
al tesón del periodista Roger Rodríguez.
Seguramente es por eso que Gavazzo lo llama en forma
despectiva “Juan Rodríguez”.
El periodista informó por primera vez de la existencia del
“segundo vuelo”, el 15 de marzo de 2002, en una nota en la publicación Posdata
Folios.
-----------
“Las tareas de embarque, desembarque y posterior traslado
estaban a cargo del SID, desconociendo las tripulaciones la cantidad e
identidad de los pasajeros, ya que los tripulantes debían permanecer aislados
en la cabina...”
Fragmento del informe oficial de la Fuerza Aérea de agosto de 2005
-----------
La fuente de la noticia era un represor argentino, integrante
de la banda del paramilitar Aníbal Gordon, que le entregó entonces a Rafael
Michelini la información que permitió ubicar a Simon Riquelo, el hijo de Sara
Méndez.
Roger Rodríguez recuerda hoy el primer encuentro con aquel
confidente argentino. Junto con Michelini llevaban meses buscándolo.
Finalmente, el hombre –para que no molestaran más a su madre
llamándola por teléfono a su casa–, los contactó a través del entonces Síndico
General de la Nación de Argentina, Rafael Bielsa, quien luego sería canciller.
La primera reunión se hizo en la casa de Bielsa, quien
–recuerda Rodríguez– vivía en “un coqueto apartamento reciclado en un antiguo
silo o molino”.
La reunión fue tensa y extenuante. El argentino no se decidía
a hablar. Después de muchas horas y rondas de café, Bielsa sirvió whisky en vasos
de cerveza llenos hasta el tope.
“Creo que hubo un momento de quiebre cuando en medio de
aquella charla tan larga, densa y tensa, le dije mi mejor frase: ‘Lo que yo te
pido vos me lo sacás con cinco minutos de picana y nosotros hace seis horas que
estamos hablando contigo’”, recuerda hoy el periodista uruguayo.
A esa reunión siguieron muchas otras.
Roger Rodríguez las describe en una publicación todavía
inédita que compartió para esta nota.
“Los encuentros eran ‘cinematográficos’ (a él le gustaba mucho
el acting) y yo debía seguir todo un protocolo para poder encontrarlo, en
particular porque durante un período él pasó a estar requerido en una causa
penal. Yo le anunciaba por email que iba a viajar a Buenos Aires. Lo hacía por
la Cacciola y demoraba nueve horas en llegar (si no había tormenta). Tenía
entonces que ir hasta cerca de Retiro y desde un locutorio enviarle otro email
confirmando que había llegado y dónde estaba. Él me daba instrucciones para ir
a otro lado, desde allí, locutorio mediante mandaba otro mensaje (yo creo que
ahí ya me vigilaba) y me decía que fuera a un hotel”.
En el hotel debía esperar que alguien lo llamara por
teléfono. Cuando atendía, su fuente le confirmaba que estaba esperándolo en un
bar cercano. Cuando llegaba, el hombre siempre tenía una apariencia distinta.
“Un día aparecía de traje y corbata, con gomina y sin bigote,
para parecer un funcionario bancario. Otras, podía llegar despeinado, con ropa
vieja y sin afeitar, simulando un trabajador. Una vez de bigote y con mameluco
de obrero. Creo que se divertía haciendo esa escenificación... Pienso que había
visto muchas películas y realmente se sentía ‘El Santo’, su serie preferida de
TV y razón por la que tenía empatía con mi nombre”. (El protagonista era el
actor Roger Moore).
En una de esas conversaciones, el argentino le dijo al
periodista en referencia a los uruguayos detenidos en Orletti: “De Uruguay a
los argentinos nos han cobrado todo y mucho ha salido a la luz. Pero que no nos
adjudiquen esas desapariciones. A los que no murieron en Orletti nosotros los
devolvimos”.
Y le informó que se los habían llevado en un avión de la
Fuerza Aérea Uruguaya.
“De Uruguay a los argentinos nos han cobrado todo y mucho ha
salido a la luz. Pero que no nos adjudiquen esas desapariciones. A los que no
murieron en Orletti nosotros los devolvimos”
Represor argentino integrante de la banda de Aníbal Gordon,
según testimonio del periodista Roger Rodríguez
Avión 511
La confiabilidad del informante argentino quedó demostrada
por los datos verdaderos y precisos que aportó para ubicar al hijo de Sara
Méndez y también por nuevos datos y confirmaciones.
En setiembre de 2002, un militar uruguayo le corroboró a
Rodríguez los datos brindados por el argentino y le dio más detalles. El vuelo
habría ocurrido en las primeras horas de la madrugada de un día a principios de
octubre de 1976. El avión habría sido un C-47 de la Fuerza Aérea Uruguaya, el
511.
“De la aeronave, que según el testigo, carreteó hasta ser
estacionada junto al hangar de la Brigada de Mantenimiento y Abastecimiento
(BMA) de la FAU, custodiados por soldados, descendieron entre 14 y 16 civiles
encapuchados –uno de ellos vendado con una bufanda–, quienes fueron subidos a
camiones del Ejército y trasladados con rumbo desconocido”, escribió Roger
Rodríguez en La República.
La nave –según ese informante– tenía como piloto al mayor
Walter Pintos, como copiloto al mayor José Pedro Malaquín y como tripulante al
capitán Daniel Muñoz. La Brigada de Mantenimiento y Abastecimiento estuvo esa
madrugada a cargo del mayor Walter Dopazo.
Cuando se publicó esta nota, Malaquín era el comandante en
jefe de la Fuerza Aérea Uruguaya.
Tres años después, la Fuerza Aérea Uruguaya admitió la
existencia de ese “segundo vuelo” en un informe elevado al presidente Tabaré
Vázquez, aunque manifestó desconocer “la identidad y cantidad de pasajeros”.
Según la información oficial, el viaje ocurrió el 5 de
octubre de 1976, partió de Aeroparque y aterrizó en la plataforma de la
entonces Brigada de Mantenimiento y Abastecimiento.
El vuelo fue ordenado por el Comando General de la Fuerza
Aérea, a solicitud del Servicio de Información de Defensa (SID) del Ejército,
que se habría encargado de todo, menos de pilotear el avión.
--------
“Llegué a la convicción personal de que había existido (...)
Fue un vuelo nocturno. A la tripulación se le dijo al momento de decolar cuál
era el destino y la razón, que había detenidos uruguayos que sus vidas corrían
riesgo. Fueron características similares al primer vuelo”
Enrique Bonelli, excomandante en jefe de la Fuerza Aérea
----------
“Las tareas de embarque, desembarque y posterior traslado
estaban a cargo del SID desconociendo las tripulaciones la cantidad e identidad
de los pasajeros, ya que los tripulantes debían permanecer aislados en la
cabina de vuelo de la aeronave durante el transcurso de las operaciones”, dijo
el informe de la Fuerza Aérea incluido en el expediente en el que Gavazzo fue
condenado y al que accedió El Observador.
No se brindó la identidad de los tripulantes.
El informe estaba firmado por el entonces comandante Enrique
Bonelli, quien en todas sus declaraciones judiciales y periodísticas desde
entonces se ha reafirmado en aquella declaración.
“En una fosa común”
El juez Luis Charles instruyó el caso del segundo vuelo junto
a la fiscal Mirtha Guianze.
Bonelli declaró el 2 de mayo de 2007. Relató que él había
sido el piloto del “primer vuelo” –el de los que sobrevivieron para hacerlos
pasar como guerrilleros invasores– y reafirmó que también existió “otro vuelo”.
Sobre el primer vuelo que él mismo piloteó, relató: “Nos
dijeron ‘ustedes se quedan en la cabina, es una misión secreta’. Estuvimos creo
que una hora o más, cuando llegaron las personas entraron por atrás, no sé
cuántas eran. Veía las cosas de los pasajeros, no sé quién las traía”.
“Volvimos a Carrasco, allí alguien nos esperaba, no recuerdo
quién. Se llevaron a los pasajeros por atrás”, agregó y dijo no recordar quién
recogió a los pasajeros tras el aterrizaje.
Sobre el “segundo vuelo” manifestó: “Llegué a la convicción
personal de que había existido (...) Fue un vuelo nocturno. A la tripulación se
le dijo al momento de decolar cuál era el destino, y la razón, que había
detenidos uruguayos que sus vidas corrían riesgo. Fueron características
similares al primer vuelo. Por lo que pude determinar fue el 5 de octubre de
1976”.
Confirmó que el avión fue un C-47 y que personal del SID
recibió a los pasajeros trasladados.
Reproduccion diario El Pais 11021978 |
“Quiero expresar algo. A fines de octubre de 1976 tres meses
después del vuelo que yo hice y días después del segundo vuelo me entero en el
noticiero que se había montado un operativo en el chalet Susy de Shangrilá en
el cual habían tomado prisioneros a determinada cantidad de personas y que
había un rumor entre nosotros que ahí estaban las personas que trajimos. Años
después, investigando para este informe, me entero de que otra tripulación
pensó exactamente lo mismo: pensamos que esa gente iría presa y que eran
ellos”.
Walter Pintos, el oficial que habría sido piloto del segundo
vuelo según el militar uruguayo que fue fuente de Roger Rodríguez, también
declaró ante la Justicia.
Admitió que el 5 de octubre de 1976 hizo un vuelo a Buenos
Aires, pero sostuvo que fue diurno.
A las restantes preguntas que le hicieron el juez Charles y
la fiscal Guianze, Pintos respondió no saber: ¿qué transportó ese vuelo?,
¿quiénes fueron los otros tripulantes?, ¿el Ejército tuvo alguna participación?
Pintos explicó que en 1976 solo el Grupo 3 de la Fuerza Aérea
volaba aviones C-47.
Malaquín declaró el 26 de abril. En 1976 era capitán y
prestaba servicios en el Grupo 3. Dijo que era habitual hacer viajes pedidos
por el Ejército, pero que nunca supo del transporte de detenidos.
El abogado Gonzalo Fernández, entonces secretario de la Presidencia,
declaró el 8 de mayo de 2007 y relató lo que le había dicho el entonces
comandante en jefe del Ejército, Carlos Díaz.
“Me dijo que (a) las personas trasladadas (en ese vuelo) se
las habría trasladado al Batallón 14 y recuerdo que se hablaba entonces de una
fosa común. El equipo de Facultad de Humanidades estuvo buscando restos, pero
no los encontraron. El general Díaz no logró establecer la nómina de las
personas trasladadas, es todo lo que sé”.
“¿En qué se basa usted para afirmar que el Ejército admite y
ratifica que hubo un segundo vuelo?”, le preguntaron en el juzgado.
“En la información que en su momento me brindara el
comandante Díaz y en el informe previo. Díaz me puntualizó después de esas
declaraciones que la operación era del SID que no dependía jerárquicamente del
Ejército sino del Ministerio de Defensa Nacional”.
“Nada me permite
dudar”
Los testimonios que implican a Gavazzo –uno de los
principales oficiales del SID– en la captura, tortura y traslado de prisioneros
uruguayos desde Argentina, son numerosos. Ana Quadros, que estuvo presa en
Orletti y fue una de las pasajeras del “primer vuelo”, declaró en “Sin Piedad”
que escuchó a Gavazzo discutir con los argentinos: los porteños querían
matarlos, Gavazzo quería traerlos a Uruguay.
Hubo, además, otros traslados de prisioneros capturados en
Argentina, que desmienten la pretensión de acotar los traslados únicamente al
primer vuelo. Uno de ellos es el caso de los hermanos Anatole y Victoria
Julien. Sus padres, militantes del PVP, Roger Julien y Victoria Grisonas fueron
descubiertos en la provincia de Buenos Aires el 26 de setiembre de 1976. Julien
se habría suicidado con una pastilla de cianuro antes de ser capturado.
Grisonas fue llevada a Orletti y hoy está desaparecida.
Sus hijos, Anatole y Victoria fueron vistos en Orletti y
luego en Montevideo, en la sede del Servicio de Información y Defensa (SID),
una casona en bulevar Artigas. Anatole tiene algunos recuerdos de Gavazzo del
lapso que vivió allí. Ambos niños, sin que se sepa exactamente cómo y por qué,
fueron abandonados a fines de noviembre de 1976 en una plaza de la ciudad
chilena de Valparaíso.
El caso de la argentina María Claudia García de Gelman
también refuta la pretensión de negar los traslados: la trajeron embarazada a
Uruguay, esperaron que naciera su hija, que aquí nació. Luego la mataron.
En la entrevista para el libro “Sin Piedad”, Gavazzo dijo lo
de siempre: que el segundo vuelo no existió. Ante la pregunta de por qué la
Fuerza Aérea inventaría semejante historia, nada honrosa para su historia, no
supo dar una respuesta precisa.
Gavazzo parece estar solo en su negativa del “segundo vuelo”
y (casi) nadie parece darle mayor validez a sus desmentidos.
Tres oficiales retirados de la Fuerza Aérea consultados no
dudaron del informe oficial.
“Yo estoy a lo que dijo el comandante de aquel momento, y a
lo que refrendó el presidente de la República. No tengo ningún elemento que me
permita dudar de aquello”, dijo a El Observador el excomandante de la Fuerza
Aérea, Alberto Zanelli.
En el reciente Tribunal de Honor, Jorge “Pajarito” Silveira
también dio como un hecho el segundo vuelo.
Y el propio general Guido Manini Ríos también lo hizo cuando
era comandante del Ejército. Le dijo al portal Ecos el 1° de febrero de 2018:
“Las Fuerzas Armadas capturaron a los principales líderes
guerrilleros y los cuidaron muy bien. Sendic, que fue capturado gravemente
herido en la cara, fue operado varias veces para salvarle la vida. Se lo pudo
haber dejado morir, pero no se hizo. No era la forma de actuar del Ejército.
Pero tres o cuatro años después, sobre todo en el Servicio de Información y
Defensa, comenzó a haber otra forma de actuar. Y ahí comenzaron a ocurrir los
casos más injustificables de la dictadura, como el caso Castro, el segundo
vuelo y el caso María Claudia García de Gelman”.
----
(*) La difusión de la presente nota periodística es meramente
de carácter informativo y no supone ningún grado de aceptación y/o compromiso
con los conceptos, juicios o comentarios que en la misma se formulan.
-----