Mi lucha
Montevideo Portal. 27.09.2012
El teniente retirado José Gavazzo escribió un libro
autobiográfico que saldrá a la venta en los próximos días. En él reconoce que
aplicó apremios físicos porque "son inevitables en tiempos de guerra"
y admite que "apretó el gañote" a presos porque había que obtener
información rápidamente. Criticó a Sara Méndez por "reclamar como madre lo
que había perdido como terrorista", en relación a su hijo Simón.
"José Nino Gavazzo: Mi testimonio", es el nombre
del libro autobiográfico que el teniente coronel retirado José Gavazzo
publicará en los próximos días a través de Artemisa. El semanario Búsqueda
accedió a un adelanto del libro de 634 páginas, destacando en especial algunos
fragmentos del capítulo dedicado a los apremios físicos en la época de la
dictadura.
Gavazzo reconoce en ese capítulo que "apretó el
gañote" e hizo lo necesario parta conseguir la información de presos
detenidos. El militar asegura que "los años de silencio autoimpuesto por
las Fuerzas Armadas de poco han servido para consolidar una paz duradera y
auténtica, y por el contrario han contribuido a crear un clima de
'culpabilidad'' sobre muchos que lo único que han hecho, como yo, fue cumplir
con el deber y defender a nuestros conciudadanos demócratas y republicanos de
otros que no s querían imponer un régimen dictatorial similar al entonces
vigente en los países del bloque comunista".
El militar, procesado en el 2006 por delitos de
"homicidio muy especialmente agravado", estuvo "frente a la boca
de los fusiles del enemigo mientras rebotaban alrededor". "Tuve
suerte: ninguna dio en el blanco. A la inversa, también tuve a esos enemigos en
la mira de la cabina y alguna vez herí a alguno", dijo.
Gavazzo explica que al detener a un integrante de la
guerrilla, "el factor tiempo se tornó un elemento básico para poder
obtener información del prisionero que permitiera llegar a los integrantes del
resto de la célula antes de que se percataran de lo sucedido", según los
adelantos de Búsqueda.
Entre los detenidos, "la mayoría (...) se doblegaba de
inmediato, lo que nos permitía seguir su cadena de contactos". "Las
mujeres eran mayoritariamente y en todos los aspectos mucho más duras de
carácter y de comportamiento más inteligente que los hombres (...) Los obreros,
absolutamente minoritarios en las organizaciones terroristas, eran por lejos
más concientizados e inteligentes que los estudiantes".
Apremios
El militar excusa el hecho de haber aplicado apremios físicos
al aclarar que "una demora en la obtención de la información podía haber
significado la pérdida de una o más vidas humanas".
Luego compara la situación con la de un padre al que le
secuestran un hijo, al que van a matar, y tiene la oportunidad de sacar la
información a uno de los secuestradores. "¿Qué hace usted? ¿Se comporta
éticamente en forma correcta y deja que su hijo muera o agota cualquier medio
para que ese hombre le diga la forma de salvar la vida de su hijo?",
inquiere al lector.
"Si usted, señor lector, me responde que no le salta
arriba al secuestrador y le aprieta el gañote hasta que le diga dónde encontrar
a su hijo, permítame decirle respetuosamente que no le creo, o que su sangre no
es tal, sino sólo horchata". En esos momentos de la sociedad
"agredida por las bombas y balas terroristas", Gavazzo, como
integrante de las Fuerzas Armadas "tenía la responsabilidad legal,
constitucional y moral de velar por todos esos hijos de desconocidos
conciudadanos".
"La primera obligación fue sin dudas que ese terrorista
nos dijese donde estaba ese hijo secuestrado y así poder salvarlo de una muerte
segura. Yo procedí así, ya que el primero de los derechos humanos es el derecho
a la vida y sin el mismo los demás dejan de tener sentido de existir",
agrega en su libro.
El militar trata de mentirosos, cobardes e hipócritas a los
magistrados "que ocultan la verdad" y "por supuesto sus
cómplices encubiertos, los integrantes de ex organizaciones terroristas, hoy
convertidos en testigos y denunciantes". "Y a los integrantes del PVP
traídos por mí desde Argentina, les agrego que son unos desagradecidos
relucientes de una gran pobreza de espíritu".
Gavazzo aclaró que a los presos que por cobardía entregaron a
sus compañeros "jamás hubo que apretarles el gañote, ya que su voluntaria
colaboración lo hacía innecesario". "Fueron muchos más de los que
comúnmente se piensa los Amodio Pérez o las Pilar Nores", dice al respecto
de aquellos que daban información a cambio de beneficios.
"Ni yo ni ningún camarada apretamos el gañote por o con
placer a nadie. Fue una desagradable necesidad de la guerra", sentencia,
agregando que métodos más cruentos fueron usados en la revolución mexicana o
comunista. "Yo apreté a algunos enemigos de entonces, pero lo hice para
prevenir el mal mayor, como un cirujano que corta una pierna gangrenada",
afirma.
Finalmente, asegura que todas las personas detenidas, salvo
María Claudia García de Gelman, integraban organizaciones subversivas y
terroristas, criticando a Sara Méndez, que "prefirió ser terrorista antes
que madre y luego pretendió reclamar como madre lo que perdió como
terrorista"
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