El largo y sinuoso camino: con Emanuela Tomassetti,
directora de "La memoria del Cóndor"
La Diaria - 6 de junio de 2019 | Escribe: Soledad Platero en Cine, TV, streaming | Foto: Federico Gutiérrez
directora de "La memoria del Cóndor"
La Diaria - 6 de junio de 2019 | Escribe: Soledad Platero en Cine, TV, streaming | Foto: Federico Gutiérrez
La memoria del Cóndor se exhibe esta tarde, a las 19.00, en el anfiteatro del
PIT-CNT, Juan D Jackson 1283, con la presencia de su directora, Emanuela
Tomassetti. La actividad es organizada por el Observatorio Luz Ibarburu y la
Secretaría de Derechos Humanos y Políticas Sociales del PIT-CNT.
El documental repasa la coordinación del terrorismo de Estado en América
Latina, apoyada por Estados Unidos, y el juicio en Roma por aquellos crímenes.
Entre 2015 y 2017 se celebró en Roma el Proceso Judicial Cóndor, un largo
recorrido que buscaba establecer, por un lado, la existencia de una
cooperación sistemática e institucionalizada entre las fuerzas represivas de
varios países del Cono Sur de América Latina –Perú, Bolivia, Brasil, Argentina,
Chile, Paraguay y Uruguay– con la anuencia de los servicios secretos de
inteligencia de Estados Unidos, y, por otro, las responsabilidades de varios
imputados en la desaparición, tortura y muerte de 23 ciudadanos de origen
italiano.
El fiscal Giancarlo Capaldo investigó durante más de diez años la situación de estos militantes desaparecidos y llevó el caso ante la Tercera Corte de Assis, en Roma. De los uruguayos imputados, el único que estuvo presente en el aula búnker de la prisión de Rebibbia, en Roma, fue Jorge Néstor Tróccoli, ex militar, prófugo de la Justicia uruguaya, que defendió ante la jueza Evelina Canale la legitimidad de las acciones que llevó a cabo y dijo estar sorprendido de que no se le agradeciera el esfuerzo hecho por su país.
El fiscal Giancarlo Capaldo investigó durante más de diez años la situación de estos militantes desaparecidos y llevó el caso ante la Tercera Corte de Assis, en Roma. De los uruguayos imputados, el único que estuvo presente en el aula búnker de la prisión de Rebibbia, en Roma, fue Jorge Néstor Tróccoli, ex militar, prófugo de la Justicia uruguaya, que defendió ante la jueza Evelina Canale la legitimidad de las acciones que llevó a cabo y dijo estar sorprendido de que no se le agradeciera el esfuerzo hecho por su país.
El final de esa primera parte ya lo conocemos: Tróccoli resultó absuelto de las
acusaciones de homicidio porque no se logró probar su responsabilidad en las
muertes de los detenidos a su cargo. Sí se probó su participación en el
secuestro y aun en la tortura, pero esta última conducta no constituye delito
en el ordenamiento jurídico italiano, y la primera, el secuestro, aun habiendo
sido probada, ya prescribió.
En marzo de este año, la Fiscalía presentó la apelación y solicitó que se
considere que Tróccoli fue el jefe de inteligencia del cuerpo de Fusileros
Navales (Fusna) de la Armada uruguaya, a donde se llevaba a los prisioneros,
“y que de él dependía si vivían o eran asesinados”. La sentencia se conocerá el
8 de julio.
Durante el largo proceso judicial celebrado en Roma, la directora Emanuela
Tomassetti asistió a las audiencias, entrevistó a los familiares de las víctimas,
recorrió archivos, revisó materiales de prensa y logró componer una sinfonía
de voces que, juntas, dicen su verdad sobre una conspiración represiva que
tronchó, al decir del abogado paraguayo Martín Almada, a una generación
completa de la izquierda en América Latina.
El resultado es el documental La memoria del Cóndor, que se podrá ver esta
tarde en el anfiteatro del PIT-CNT.
¿Cómo llegaste a esta historia? ¿Por qué te interesó el Plan Cóndor?
Por intermedio de Jorge Ithurburu, un argentino que preside la asociación 24
de Marzo y que está comprometido con los juicios que se hacen en Italia sobre
la cuestión de los derechos humanos. Él nos preguntó si queríamos hacer un
documental sobre el juicio, que empezaba un mes después. Mi novio tiene una
productora, y empezamos a grabar. Yo seguí todo el proceso. Cuando empezó
el juicio, el primer caso fue el de Juan Montiglio, que integraba la guardia
personal de Allende y murió con él el 11 de setiembre (estoy sintetizando,
claro). Ese fue un caso que me interesó muchísimo, porque yo soy
historiadora, y porque los exiliados chilenos en Italia eran muchos, y el 11 de
setiembre es una fecha muy importante para la historia italiana: es la fecha del
Compromiso Histórico, firmado entre el Partido Comunista y la Democracia
Cristiana, que justamente se firmó el 11 de setiembre de 1973, fecha del golpe
de Estado en Chile. Eso hizo que me sintiera próxima a todo lo que se trataba
en este juicio.
¿Con qué te encontraste al empezar a seguir la historia?
Después encontramos historias que yo conocía, aunque no tan profundamente:
la historia de los nietos robados, del golpe en Argentina; todas cosas que fui
conociendo mejor a medida que entrevistaba a alguno de estos testigos,
familiares de las víctimas, en Roma. Y cuando terminó el juicio trabajé mucho
para conectar todo esto: claro que la primera conexión es el Plan Cóndor, pero
junto a eso tenemos que contar la historia de dos chilenos [Juan Montiglio,
integrante de la guardia personal de Allende y asesinado luego de la toma de
La Moneda, y Juan Maino, fotógrafo secuestrado en mayo de 1976 y
desaparecido desde entonces], que empieza antes del Plan Cóndor entendido
como ese acuerdo que, oficialmente, arranca en octubre de 1975. Fue un
trabajo para conectar la gran historia –que nosotros tenemos que contar para
los italianos que ven el documental–, que es como un recorrido en el fondo del
documental. Y después la historia del juicio, porque sin el juicio no existiría el
documental. Y lo que para mí era lo más importante: contar la historia de las
víctimas. Restituir, dar de nuevo un cuerpo, una cara a las víctimas. Contar la
historia de esas personas, que para mí era lo más importante y más
emocionante en toda esta aventura que empezó en 2015, imaginate, y terminó
a principios de 2018.
¿Todas las entrevistas a los familiares de las víctimas fueron en Roma?
Todas fueron en Italia. La mayoría en Roma, y la de Aurora Meloni fue en
Milán, porque ella vive ahí. Pero también trabajé muchísimo con los familiares
y con los archivos de Argentina, Chile y Uruguay. En Chile no fue tan necesario
porque había un lugar en Roma en el que están disponibles muchísimas cosas
sobre el golpe de Estado del 11 de setiembre y demás. Pero he tenido contacto
con los familiares para ver archivos, fotos. En Uruguay me ayudó muchísimo
Virginia Martínez con sus contactos, sus archivos, porque yo había visto el
documental Por esos ojos [Virginia Martínez y Gonzalo Arijón, 1997] y me
había parecido la cosa más emocionante sobre el tema. La llamé y me ayudó a
buscar materiales sin los cuales no podía editar, completar. O Macarena
[Gelman], también, o cosas de Victoria Moyano. A Martín Almada llegué por
intermedio de Gabriela Pereira, que es una uruguaya que vive aquí y que lo
conoce, porque no es tan fácil acercarse a personas al otro lado del mundo sin
tener un vínculo de amistad. Y yo no podía llegar hasta aquí porque el
presupuesto de mi película era muy bajo. No sé si me olvido de alguien. En
Argentina busqué archivos oficiales, pero lo que hizo la diferencia fueron los
archivos privados, particulares.
¿Argentina no tiene sistematizado un archivo?
No tanto. Hay materiales en distintos sitios. Hay un argentino, Daniel Di
Chiara, que tiene muchas cosas increíbles. Por ejemplo, el encuentro entre
[Jorge] Videla y [Alfredo] Stroessner, con una voz en off que habla de la lucha
contra la subversión. Para mí fue tremendo: hablaban de una cosa tan violenta
como si hablaran de un acuerdo como el del Mercosur, imaginate. También
había mucho material en el Archivo Audiovisual del Movimiento Obrero, en
Italia, que tenía imágenes increíbles. Fue como si yo pudiera ver en estos
archivos lo que me habían contado las personas a las que entrevisté. Podía ver
su memoria en esas imágenes.
¿Cómo decidiste cómo lo ibas a contar?
Yo no elegí: creo que las entrevistas mismas determinaron lo que tenía que
contar y cómo. El formato no estuvo previamente: hicimos las entrevistas con
mi camarógrafo, Paolo Palermo, y vimos que cada cosa encontraba su lugar
perfecto. Te cuento una anécdota: fui a buscar imágenes en la RAI, que es la
televisión pública italiana, y allí se puede ver algunos archivos, pero no todo.
La película no se puede ver: puedes ver el contenido en formato DVD.
Entonces busqué imágenes sobre el Tribunal Russell, en el que estuvo Zelmar
Michelini en 1974. Cuando terminé la búsqueda envié todo a la Fundación
Michelini en Montevideo, pero me hice una copia. Y al revisar vi en esos
archivos a Aurora Meloni [esposa de Daniel Banfi, uruguayo secuestrado en
Buenos Aires en un operativo comandado por el comisario uruguayo Hugo
Campos Hermida, y asesinado un mes después], que tenía como 26 años y ya
llegaba a Milán. En el archivo de la RAI estaba escrito: “Dos uruguayos hablan
en el Tribunal Russell en Milán. Nunca más”. Cuando la vi saqué una foto al
video y se la mandé, y ella me dijo: “No, no soy yo”. Era tan joven que no se
podía reconocer. Había ido como testigo a otro Tribunal Russell, no al mismo al
que había ido Michelini. Era un encuentro en Milán, y ella llegaba algunos
meses después de que habían matado a Zelmar Michelini en Buenos Aires. Ella
era testigo de ese crimen y también del asesinato de su marido. Nadie sabía de
esos materiales, ella tampoco. Los encontré 40 años después al hacer el
trabajo de búsqueda de archivos después de su entrevista. Fue una de las
cosas más fuertes que me pasaron, y así el formato se fue haciendo, siempre
sabiendo que algunas entrevistas no podían faltar. El juicio hablaba más del
Plan Cóndor que de esta historia, pero la historia era representativa de todo.
¿Decidiste expresamente no tomar testimonio de los operadores judiciales, de
los abogados y fiscales?
Al principio pensé, con el productor, Luca Griscenti, cómo conectar todas esas
cosas. Pero la atmósfera judicial no era la adecuada, así como tampoco la
versión de un historiador. En este documental están las personas, la historia y
la memoria. No quería poner otras voices over. Tuve que hacerlo –Valentina
Carnelutti es la actriz que lo hace, y es súper buena– para explicar el proceso,
pero poner a una persona que explicara qué pasó no me gustaba. Cada
entrevistado te cuenta la gran historia, no hace falta otra persona que
explique. Ellos ya te conectan con el momento. Por ejemplo, Juan Montiglio,
Juan Soto y Rina Belvederessi estuvieron el 11 de setiembre de 1973 en
Santiago, lo vivieron. ¿Qué puede contar un historiador?
¿Hiciste el documental pensando en Italia o pensando en el Cono Sur de
América?
Pensando en Italia. Por eso estoy muy feliz por haber venido a Buenos Aires,
Santiago y Montevideo, porque pensé que aquí no interesaba porque ya
conocían la historia. Pero bueno, la mitad del documental es en español; sólo
algunos hablan en italiano. Pero yo lo pensé para Italia, y parece que la
respuesta es buena. No quiero adelantarme por cuestiones de cábala, pero
parece que va a ir en televisión en un programa sobre historia. Y ganó dos
premios en un festival, la proyectamos dentro de poco en Milán, en Cagliari.
Ha habido interés.
La memoria del Cóndor. De Emanuela Tomassetti. Italia, 2018
La memoria del Cóndor
Tres líneas se despliegan, se cruzan, se entrelazan: la historia de un juicio
histórico celebrado en Roma contra los responsables por el secuestro, la
desaparición y la muerte de varios militantes de izquierda de origen italiano; la
de las familias y los amigos y compañeros de esos militantes asesinados o
desaparecidos; la de la coordinación supranacional que permitió que las
fuerzas represivas de los países del Cono Sur de América Latina actuaran sin
preocuparse de fronteras nacionales para llevar a cabo su proyecto de
exterminio de la “subversión marxista”.
El documental La memoria del Cóndor da la palabra a las familias de los
chilenos Juan Montiglio, guardaespaldas de Salvador Allende, y Juan Maino,
fotógrafo integrante del MAPU; del uruguayo Daniel Banfi, asesinado en
Buenos Aires; del argentino Horacio Campiglia, secuestrado en Río de Janeiro y
desaparecido; y también a Mariana Zaffaroni, Victoria Moyano y Macarena
Gelman, hijas robadas que sólo el esfuerzo sistemático y sostenido de las
Abuelas logró recuperar. Y por cierto, a Martín Almada, educador y abogado
paraguayo, sindicalista, víctima directa del Plan Cóndor que siguió sus rastros
hasta encontrar, en 1992, en Lambaré, las pruebas de su existencia: 700.000
folios con archivos entre los que había documentación detallada del Plan
Cóndor, incluyendo el acta fundacional de la que se valió el juez español
Baltasar Garzón para probar su existencia.
Como tal, y oficialmente, el Plan Cóndor nació en octubre de 1975, cuando el
militar chileno Manuel Contreras cursó la invitación a sus pares del resto del
Cono Sur para una reunión que se celebró a fines de noviembre de 1975 y en
la que se estableció el marco de acción que aceitaba el mecanismo represivo
que ya desde hacía años funcionaba desconociendo las fronteras nacionales y,
ciertamente, el marco jurídico y constitucional de cualquiera de los países
involucrados.
La historia mostraría que los servicios secretos de Estados Unidos no sólo no
ignoraban esta cooperación sino que la respaldaban y facilitaban. En palabras
del paraguayo Martín Almada, “Kissinger [entonces director de la CIA] tiró una
bomba atómica sobre el Cono Sur de América Latina”.
El proceso judicial que siguió la causa del Plan Cóndor en Roma tuvo 36
imputados, ocho condenados a cadena perpetua, seis fallecidos durante el
juicio y un acusado que fue declarado inocente. Para 18 imputados el delito ha
prescrito. El Estado uruguayo tiene ahora un nuevo representante: el abogado
Andrea Speranzoni, que sustituye a Fabio Galiani. La sentencia en primera
instancia ha sido impugnada. El proceso de apelación terminará este año, y el
fallo se conocerá el 8 de julio.
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