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martes, 7 de mayo de 2024

Solo los Estados violan las normas de DDHH: está en la tapa del libro

 


El desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad



Para afirmar la democracia y mejorar la calidad de vida de sus habitantes, Uruguay necesita, imperiosamente, fortalecer una cultura de Derechos Humanos, a nivel de las instituciones, de los funcionarios y agentes del Estado. Debe fortalecer los organismos de control, básicamente la Institución Nacional de DDHH y Defensoría del pueblo (INDDHH). Debe extender los conocimientos a nivel educativo en todos los niveles de la educación y de la población en general. Debe hacerlo de una manera seria y convincente, sin falsear los conceptos por el mero hecho de que los mismos al principio puedan parecer incomprensibles cuando no se conocen los orígenes históricos de los mismos.

DDHH: una gran conquista

El surgimiento de las normas internacionales de Derechos Humanos luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y de la derrota de la coalición nazi fascista por las fuerzas aliadas fue un inmenso logro para toda la humanidad. En 1948 se proclamó la Declaración Universal de los Derechos del hombre. Los representantes de más de un centenar de países adoptaron un conjunto de principios y valores destinados a proteger la dignidad de las personas ante los abusos potenciales de los gobernantes. Aprobaron una serie de derechos de las personas que los Estados, sus instituciones, sus funcionarios y agentes debían promover, garantizar y respetar con el propósito de propiciar la paz a nivel de las naciones y a nivel internacional.

La vida en sociedad demanda que los miembros de ella ajusten su conducta a un conjunto de normas que garanticen una convivencia pacífica. Desde la más remota antigüedad existen disposiciones destinadas a regular la vida social y cuya violación cuando son cometidas por individuos particulares o grupos de ellos acarrean sanciones de diferente naturaleza.

Solo los Estados violan las normas de Derechos Humanos

La proclamación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre supuso el surgimiento de normas, valores y principios destinados a regular la conducta de los Estados para impedir que las personas fueran avasalladas por ellos.

La enumeración de derechos que Proclama la Declaración Universal pone de manifiesto que es un acuerdo de Estados para regular sus propias conductas con el propósito de garantizar la dignidad de las personas. Fácilmente se deduce, por lo mismo, que son los organismos de los Estados, sus funcionarios y agentes quienes violan las normas de DDHH tal como ellas surgieron en el siglo pasado.

Los particulares cometen delitos

En nuestro país, luego del restablecimiento de la pretensión punitiva del Estado, en octubre de 2011, los involucrados directamente en las graves violaciones a los DDHH durante la dictadura, sus centros sociales, sus cómplices civiles a nivel político, económico y mediático, los partidarios de la impunidad, los nostálgicos de la dictadura, comenzaron a impulsar la tesis de que los grupos que desarrollaron acciones armadas para enfrentar al gobierno de Pacheco Areco y de Juan María Bordaberry habían llevado a cabo violaciones a los Derechos Humanos. En los últimos tiempos, el exministro de Defensa Nacional Dr. Javier García, el más asiduo portavoz  gubernamental al respecto,  se ha caracterizado por propagar, a los cuatros vientos, este punto de vista, a contramano de la doctrina mundialmente aceptada.

El propósito evidente de esta tesis es amplificar el carácter  de las acciones que se llevaron a cabo por dichos grupos, equipararlos con el accionar de los servicios represivos y, al mismo tiempo, quitarle gravedad al accionar delictivo de las Fuerzas Armadas y de la Policía.

Equiparar la acción de los particulares con la de los funcionarios y agentes del Estado es un grave error conceptual, desde el punto de vista de la normativa derivada de la Declaración Universal de los Derechos del hombre. Los funcionarios y agentes estatales tienen como cometido básico y esencial, a la hora de gobernar, de garantizar y asegurar el pleno goce de las libertades y derechos de los ciudadanos. En función de esa obligación es que cuentan con prerrogativas y facultades extraordinarias que los particulares, individual o colectivamente no poseen.

Esa obligación de garantizar el pleno ejercicio de las libertades y derechos de los ciudadanos es la que determina que los delitos cometidos por los Estados violentando las normas de DDHH tengan una mayor gravedad política, jurídica y ética.

Una cultura de DDHH

Promover a nivel de todos los funcionarios y agentes del Estado  una clara comprensión de la normativa demanda un esfuerzo permanente a nivel de educación y también de procedimientos acordes a los principios que se proclaman y a los compromisos asumidos al respecto. Debe comenzar por explicar lo más complicado y difícil, aquello que por ser esencial es invisible a los ojos: es obligación de los Estados garantizar y respetar los DDHH de todas las personas bajo su jurisdicción. En función de ello los delitos que cometen, al amparo de la estructura gubernamental, son de mayor gravedad que los cometidos por particulares, son violaciones de los DDHH. Es lo primero que hay que enseñar. Hay que difundir y explicar a todos los niveles sociales este concepto básico.

La convivencia pacífica y armoniosa demanda que todas y todos respetemos las normas legales vigentes y los derechos de todas las personas. Es obvio. Pero el Estado es el Estado.

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Opinando N° 3 – Año 13 –  Martes 7 de mayo de 2024