Comienzan homenajes por los 30 años del viaje de los hijos
del exilio.
La diaria 5 12 13 - Por Luis Rómboli
Mariela Fernández y Silvana Magariños. Foto: Pedro Rincón |
El 26 de diciembre de 1983 llegaron a Uruguay 154 niños,
hijos de exiliados y presos políticos de la dictadura, provenientes de varios
países europeos para reencontrarse con familiares. Una caravana de más de 100
autos los acompañó desde el aeropuerto, por la rambla, hasta el local de la
Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay (AEBU), donde se reencontraron
con sus familiares y centralizaron las actividades durante dos semanas, antes
de partir.
Hoy en esa sede sindical se descubrirá una placa recordatoria y se
abrirá una muestra fotográfica y de prensa de la época en conmemoración de los
30 años del “Viaje de los niños del exilio”.
El año se había comenzado a despedir con una Nochebuena en la
que, según consignó Últimas Noticias, “un intenso caceroleo que se volcó a las
calles” interrumpió “el clásico recogimiento familiar de la fecha”.
En 18 de
Julio y Duvimioso Terra, José Germán Araújo hacía una huelga de hambre desde el
18 de diciembre, en protesta por la clausura de CX 30 La Radio, desde cuyos micrófonos
desafiaba a diario a los gobernantes de facto. El DC 10 Costa del Sol de Iberia
aterrizó en Carrasco a las 11.25 del día siguiente a la Navidad. Una multitud
colmaba la terraza del aeropuerto viejo al grito de “¡Uruguay, Uruguay!” para
recibir a los niños y adolescentes, que tras descender del avión se subieron a
unos ómnibus Leyland que los llevaron hasta la sede de AEBU.
Pero el traslado, que se eligió hacer por la rambla, llevó
horas. “La caravana, integrada por los ómnibus y casi un centenar de vehículos,
solamente podía avanzar en forma muy lenta”, ya que una multitud de “miles y
miles” de personas “se abalanzaba sobre los vehículos para tocar e intentar
besar a los chicos”, dice la crónica de Búsqueda (28/12/1983). Se habían
juntado en Madrid y la mayoría vivía en España, pero también había niños
residentes en Italia, Suecia, Holanda, Francia, Austria, la República
Democrática Alemana e incluso la Unión Soviética.
“Contrariamente a lo que se había anunciado de que vendrían
todos vestidos con pantalones jean y buzos blancos con una paloma estampada
junto al nombre de su país, cada uno se mostró vestido con sus atuendos
personales y muy deportivos por cierto”, destaca el semanario Aquí. Es que
según un informe de Televisión Española que recoge testimonios dentro del
propio avión, entre las condiciones que impuso la dictadura, en particular a
las niñas, figuraba “el no ir vestidas de rojo, llevar un traje por debajo de
las rodillas y no poder abrazarse”.
Mariela Fernández, que integró la Comisión por el Reencuentro
de los Uruguayos (CRU), organizadora del viaje, contó a la diaria que “se había
elegido venir por la rambla porque hacía un calor insoportable y todo
Montevideo estaba en la playa”. Víctor Vaillant, por entonces militante del
Partido Colorado, Silvia Ferreira, hija de Wilson Ferreira Aldunate, e Irma
Pessano, la madre de la intendenta de Montevideo, Ana Olivera, fueron quienes
solicitaron el permiso de las autoridades y debieron “convencerlas de que era
mejor ir por esa ruta”.
Pero a la salida del aeropuerto “había un vallado para
desviar la caravana por Avenida Italia, y si bien desviaron los tres primeros
autos, cuando llegó el auto insignia, en el que venían Vaillant, Ferreira,
Pessano y Zelmar Lissardy, éstos se bajaron, dijeron que tenían autorización
para ir por la rambla, tiraron las vallas, pasaron, y atrás se metieron todos
los ómnibus. No pudieron pararlos”, agregó Fernández.
Los niños llegaron a Montevideo acompañados por tres
parlamentarios españoles, representantes de la Cruz Roja, Amnistía
Internacional, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados,
tres madres que no estaban requeridas por la Justicia militar y un médico. Uno
de los principales impulsores del viaje fue Germán Araújo, pero como se
encontraba en huelga de hambre, envió al aeropuerto a sus hijos Gabriela, de 19
años, y Diego, de 17.
Sin embargo, los jóvenes nunca llegaron a recibir el vuelo
porque fueron detenidos durante cuatro horas cuando iban en un vehículo con una
“leyenda” que lo identificaba con “la emisora clausurada”, según las
explicaciones que dio a la prensa el coronel Washington Varela, jefe de Policía
de Montevideo.
Con convicción
La iniciativa del viaje surgió a partir de un artículo de
Vaillant acerca del exilio, publicado el 17 de noviembre en el semanario
Convicción, en el que se desliza la idea del reencuentro con los niños. En una
reunión de la organización Familiares de Exiliados que se llevó a cabo en AEBU,
“leímos el texto y llamamos a Vaillant”, contó Fernández. “Él había estado en
España y había hablado con Artigas Melgarejo (dirigente del Partido
Socialista), que estaba exiliado allá y tenía la misma idea. Entonces decidimos
formar un grupo amplio, como contraparte de lo que se podía dar en España, y
así surgió la CRU”, añadió.
Poco más de un mes después de la publicación del
artículo, los niños hijos de exiliados y presos políticos estaban pisando
territorio uruguayo. Entre medio se buscó el apoyo del gobierno de España, por
entonces presidido por Felipe González, del Partido Socialista Obrero Español,
quien puso a disposición de la iniciativa las aeronaves de la por entonces
compañía estatal Iberia. Vale recordar que el rey Juan Carlos había visitado
Uruguay en mayo de 1983 y se había reunido con representantes de todos los partidos
políticos, incluido el Frente Amplio.
Después de llegar al local de AEBU, los niños fueron
“entregados a algún familiar” con el que previamente se había coordinado el
cuidado, la estadía y la participación en otras actividades. En AEBU “había un
aparato enorme desplegado para recibirlos”, y hacía tanto calor que “los
funcionarios le tiraban agua a la gente desde arriba, con mangueras”, recordó
Fernández.
Los niños pasaron la fiesta de Año Nuevo en sus casas y el 3
de enero de 1984 fueron recibidos por la Federación de Cooperativas de Vivienda
por Ayuda Mutua en el complejo de Camino Carrasco y Felipe Cardozo, donde se
realizó una actividad con los niños y jóvenes del lugar, que culminó con un
fogón. En los días siguientes tuvieron un encuentro con estudiantes, un picnic
en la Rural del Prado y visitas a Maldonado y a un barrio de Montevideo. Si
bien todos llegaron en el mismo vuelo, la partida se hizo en dos tandas, el 8 y
el 13 de enero.
Silvana Magariños, de la Comisión de Conmemoración de los 30
años del hecho, explicó que algunos niños y adolescentes fueron de visita a los
penales de Libertad y Punta de Rieles, donde estaban presos sus padres.
También
recibieron entradas gratuitas para ir a Cinemateca y a un partido en el estadio
Centenario. Entre los que llegaron, “el más chico tenía tres años y el mayor,
más o menos 17”, añadió. En el viaje estuvieron, entre otros, hijos de
Melgarejo, Marina Arismendi, Lilián Celiberti y Hugo Villar. Muchos volvieron a
Uruguay y viven en el país, pero según Fernández “80% de los que vinieron en ese
viaje regresaron cuando terminó la dictadura, pero después se volvieron a ir
del país”.
No obstante, Magariños destacó que este viaje significó “el comienzo
del desexilio” de los uruguayos, ya que poco después la CRU se convirtió en la
organización referente “del retorno de miles de exiliados”.
Marca doble
En el acto que se desarrollará hoy desde las 17.00 en la
calle Camacuá, frente a la sede de AEBU, también se homenajeará a la
resistencia a la dictadura de la que ese sindicato fue protagonista. La
intendenta de Montevideo, Ana Olivera, colocará en la puerta del local gremial
una marca de la resistencia con la leyenda “AEBU: lugar permanente de encuentro
de opositores a la dictadura y activo participante en el proceso de
reorganización sindical”.
Después de esto, el presidente del gremio bancario, Gustavo Pérez, recibirá con un discurso a un representante de la Comisión de Conmemoración, el ex senador español Jaime Barreiro Gil, quien acompañó a los niños en 198 y se encuentra en Uruguay con motivo del homenaje.
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