La sentencia de la Corte Interamericana de DDHH (Corte IDH) que el pasado 24 de febrero condenó a Uruguay en el caso Gelman, declarando fácticamente la nulidad de la ley 15 848, permitió que nuestro país diera un enorme paso adelante para superar el pasado reciente.
Obligado por la sentencia y la masiva y contundente movilización del 20 de mayo, el Parlamento restableció la pretensión punitiva del Estado, dejó sin efecto los efectos de la Caducidad y legisló que las graves violaciones a los DDHH cometidas por los cívico – militares eran Crímenes de Lesa Humanidad.
En el interín hubo fuertes presiones y amenazas de los golpistas encerrados, de los clubes militares que hacen de voceros oficiales de los mismos y de los que aún están en libertad, de jerarcas militares en actividad señalando que la Verdad era incompatible con la Justicia. Obviamente no faltaron las estruendosas declaraciones de los dirigentes políticos que han asumido en las dos últimas décadas el rol de guardianes de la impunidad al amparo de la alicaída “teoría de los dos demonios”.
La aprobación de la Ley 18 831 por parte del Poder Legislativo a fines de octubre no convocó multitudes a festejar en las calles. La procesión fue por dentro. La presencia multitudinaria, en realidad, se expresó en la jornada del 20 de mayo. Una verdadera pueblada manifestó en la calle al viejo estilo su indignación ante el fracaso de aprobar la ley interpretativa de la caducidad. Conmovió y conmocionó. Obligó tanto como la misma sentencia de la Corte IDH.
Comenzó a surgir un nuevo Uruguay.
La falta de festejos públicos no le quita valor y contenido al enorme paso logrado. Quienes llevamos años luchando sabemos cuánto costó. La eliminación tácita de la Ley 15 848 ha permitido restablecer la total independencia del Poder Judicial que durante dos décadas estuvo sometido al Poder Ejecutivo para abordar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura.
La plena separación de poderes ha sido restablecida plenamente reafirmando los principios constitucionales por los cuales tanto lucharon los trabajadores y el pueblo uruguayo desde el 13 de junio de 1968. La institucionalidad democrática, en este sentido, se ha visto robustecida, aunque se haya hecho sin el concurso de la mayoría de los partidos que integran el sistema político. Se ha mejorado la calidad democrática desechando una norma inmoral que había sido aprobada en 1986 ante la presión de los militares golpistas.
Al mismo tiempo se han reafirmado principios constitucionales básicos y cardinales para una convivencia democrática: el derecho a la justicia de todos los ciudadanos. Los miles de uruguayos que sufrieron en carne propia violaciones a los derechos humanos han recuperado su capacidad de recurrir al sistema judicial para que se investigue, se identifique a los responsables y si corresponde se los castigue penalmente. Ahora somos todos iguales ante la ley.
En el pago nos tienen idea.
Desde su nacimiento en el año 2000, Crysol repudió la Ley de Caducidad y se involucró en su cuestionamiento en el contexto posible de la época. Surgimos como instancia de encuentro y de reencuentro, de organización de la solidaridad en las nuevas condiciones y también como instrumento de trabajo para contribuir a construir un Uruguay democrático, justo y digno.
Desde el año 2005 las acciones y actividades destinadas a promover su anulación fue un eje central de nuestro colectivo, aunque ello llevara a que en el pago gubernamental, a veces, nos tuvieran idea, hasta el día de hoy. Desde la aprobación de la Resolución 60/147 de la Organización de las Naciones Unidas en diciembre de 2005, el derecho a la Verdad, a la Memoria, a la Justicia y a la reparación para democratizar la democracia nos convocó a promover la creación de la Coordinadora Nacional contra la Impunidad junto al Pit – Cnt y otras organizaciones hermanas de DDHH.
En esta gran victoria popular para anular los efectos de la Caducidad nuestro colectivo aportó su granito de arena. Lo celebramos. Estamos orgullosos de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo. No miramos hacia atrás. Miramos el presente y el futuro. Y hacia allá vamos.
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Nº 005 - 27 de diciembre de 2011