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jueves, 24 de junio de 2021

Defienden a los enjuiciados

 Cabildo Abierto hace flamear casi en solitario la bandera de la defensa de enjuiciados por derechos humanos en la dictadura


En los últimos meses hubo 16 exmilitares y policías procesados vinculados a cinco causas penales; el tema preocupa a parte del oficialismo

Por Sergio Israel y Pablo Mosteiro

Búsqueda 24 06 2021

La posibilidad de que tres excomandantes del Ejército y la Armada sean procesados por delitos cometidos durante la última dictadura (1973-85) y el aumento del número de oficiales llevados finalmente ante la Justicia encendió algunas alarmas dentro de la coalición de gobierno y es motivo de preocupación entre militares.

Mientras en tres juzgados penales existen pedidos de procesamiento o investigaciones que involucran a los excomandantes del Ejército Raúl Mermot (1996-98) y Juan Rebollo (1992-93) y al exjefe de la Armada Tabaré Daners (2004-06), en el último año fueron procesados 16 militares o policías en cinco causas, aunque cuatro de ellos ya estaban presos o procesados. La cifra resulta elevada si se tiene en cuenta que entre 2002 y 2017 hubo 42 procesamientos en un total de 22 expedientes.

Mermot, comandante de la fuerza de tierra con el presidente Julio Sanguinetti, era jefe del Regimiento de Caballería N° 10 de Bella Unión cuando se produjo la muerte de los comunistas detenidos Dante Porta y Saúl Facio.

Rebollo, que sirvió con Luis Lacalle Herrera, estaba al mando de un operativo en el que resultaron muertos tres tupamaras, un capitán del Ejército y un policía, en abril de 1974.

Daners, que estuvo al frente de la Armada con Jorge Batlle y Tabaré Vázquez, actuaba como juez sumariante en Fusileros Navales en noviembre de 1977, en el momento en que fue detenido, torturado y desaparecido el dirigente montonero argentino Oscar de Gregorio y decenas de integrantes de los Grupos de Acción Unificadora, algunos de ellos desaparecidos.

Entre los oficiales procesados en las últimas semanas también está el general Mario Aguerrondo, que fue jefe de Inteligencia Militar durante el gobierno de Lacalle Herrera, aunque en su caso quedó en prisión domiciliaria por razones de salud. También, entre una docena más, existe un pedido de procesamiento para el mayor Armando Méndez, director de Aduanas en el gobierno de Lacalle Herrera.

Aguerrondo fue segundo jefe y luego jefe del Batallón de Infantería 13, donde fueron enterrados varios desaparecidos que habían sido torturados en el vecino galpón del Servicio de Material y Armamento conocido como 300 Carlos, en Gruta de Lourdes, mientras que Méndez está relacionado con las muertes del argentino Gerardo Alter y del tupamaro Walter Arteche, ocurridas mientras era interrogado en agosto de 1973, en el Batallón Florida.

Otro expediente que venía desde hacía años es el del coronel Eduardo Ferro, quien estaba prófugo y habría optado por entregarse en España, para poder seguir cobrando su pensión militar.

Para explicar el aumento de los procesamientos, operadores judiciales como el abogado del Observatorio Luz Ibarburu, Pablo Chargoñia, manejan dos tipos de causas: la actuación de la fiscalía especializada que encabeza Ricardo Perciballe y el vencimiento de los plazos de los reiterados recursos presentados por la defensa de los imputados, que se comenzaron a tramitar desde 10 años atrás.

“Complicado y sin eco”

A mediados del año pasado, durante una media hora previa en el Senado, Guido Manini Ríos planteó la necesidad de rediscutir la ley de caducidad y presentó un proyecto en la Comisión de Constitución y Códigos.

“No es que Cabildo haya renunciado a su proyecto” para reinstalar la ley de caducidad, sino que “no hemos tenido ningún eco” en el arco político “para avanzar en esta idea”, declaró a Búsqueda el senador y presidente de Cabildo Abierto, Guillermo Domenech.

Los sondeos realizados por Cabildo entre dirigentes del Partido Nacional y el Partido Colorado indican que no hay acuerdo. “No conseguimos que nos apoyaran y estamos viendo de encontrarle otra solución al tema. Pero todo eso sigue ahora en conversaciones para arriba y para abajo con los socios de la coalición para encontrarle algún paliativo al tema, que es complicado”, explicó.

El senador cabildante indicó que “hubiera deseado incluso que el Frente Amplio acompañara, siguiendo la iniciativa de Tabaré Vázquez cuando planteó la idea del Nunca Más”. Pero añadió en seguida: “La verdad es que no hemos tenido ningún eco en el sistema político”.

El 19 de junio, fecha del natalicio de Artigas, había sido elegido por Vázquez en 2007 como el Día del Nunca Más. La idea, que incluso dio lugar a un decreto, fue perdiendo vigor a través de los años hasta que dejó de aplicarse.

Para Domenech, “hay que reconocer además que es un tema que a algunos sectores les rinde políticamente y entonces lo quieren mantener vivo”.

Otro dirigente cabildante consultado señaló que “hoy es una utopía absoluta pretender una amnistía”, porque en este escenario político resulta “muy difícil” que se pongan de acuerdo los principales actores. “Habrá que buscar otras acciones prácticas dentro del Estado de derecho”, concluyó.

A su vez, el senador herrerista Gustavo Penadés dijo a Búsqueda que están “muy preocupados” porque “en algunos casos, respetando el fallo, existe una fragilidad argumental muy importante”. Sin embargo, advirtió que “por ahora no hay ningún paso dado” y opinó que “no es recomendado desandar la legislación vigente”, porque son temas de “una fragilidad enorme y de alta sensibilidad de ambos lados”. 

Tres bibliotecas sobre prescripción

Desde el acuerdo del Club Naval, que habilitó la salida democrática de 1984, la persecución de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura ha estado en la agenda pública. El tema divide no solo a la ciudadanía —que en dos oportunidades (1989 y 2009) se manifestó por no derogar la ley de caducidad votada bajo fuerte presión en 1986—, sino también a los magistrados.

Entre abogados, jueces y fiscales existen al menos tres posiciones: unos consideran que ya están vencidos todos los plazos y que los eventuales delitos cometidos unas cuatro décadas atrás prescribieron, alegando razones de seguridad jurídica; otros se afilian al principio de que al impedido por justa causa no le corren los plazos, por lo que todavía no prescribieron porque no deben contarse los años en que estuvo vigente la ley de caducidad; mientras que una tercera biblioteca sostiene que son delitos de lesa humanidad y no prescriben.

Los cinco ministros que integran hoy la Suprema Corte de Justicia (SCJ) están divididos al respecto. Tabaré Sosa, Elena Martínez y Luis Tosi opinan que los eventuales delitos cometidos durante la dictadura no se pueden considerar de lesa humanidad porque Uruguay incorporó esa norma recién en 2006. Hasta ahora, la Corte opinó que tanto la dictadura como la propia ley de caducidad impidieron o desalentaron las denuncias y las investigaciones penales, de modo que se corrió la prescripción, pero no van más allá.

Bernadette Minvielle y John Pérez, el último ministro en asumir en la Corte, opinan, con diferentes argumentos jurídicos, igual que unos cuantos jueces de primera y segunda instancia, que los delitos de lesa humanidad rigen desde antes.

La discusión, que en el mundo comenzó con el jurista holandés Hugo Crocio en el siglo XVII, refiere a si son los Estados quienes deben fijar ciertas normas, como los delitos de lesa humanidad o, por el contrario, estos existen porque ofenden a todos y no dependen de una ley particular de un país, porque un Estado que practica la tortura no tendrá interés en perseguir el delito. Es lo que en Derecho se denomina ius cogens (normas de obligado cumplimiento) y que según sus defensores están sustentadas desde 1968 en los artículos 72 y 332 de la Constitución como principios generales.

También los tribunales de apelaciones en materia penal están divididos sobre el tema. Hasta ahora, el Tribunal de Apelaciones Penal de 1er turno, integrado por los ministros Graciela Gatti, Alberto Reyes y Sergio Torres, se ha afiliado a la postura de aceptar los delitos de lesa humanidad, mientras que Ángel Cal, Luis Charles y Graciela Merialdo, que integran el Tribunal de 4° turno, fallaron en sentido contrario.

Como Tosi deberá jubilarse a fines de este año, existe la posibilidad de que se modifique la mayoría de la Corte. Esta mayoría resulta importante para el caso de casación que tiene a estudio la Corte en relación con la muerte en el cuartel de Fray Bentos, en 1984, del médico de San Javier Vladimir Roslik. En este expediente, se agrega además de la prescripción, el aditivo de que al haber actuado la justicia militar podría considerarse cosa juzgada.

El miércoles 16, en una sentencia interlocutoria contestando una demanda del exintegrante del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas coronel Adí Bique, la jueza Ana de Salterain adhiere a que los delitos de lesa humanidad ya fueron definidos en 1945 por el tribunal de Nuremberg que juzgó a los principales criminales nazis y que fue incorporado al menos en 1968 a las normas uruguayas. 

En la misma línea argumental que el fiscal especializado Perciballe, se expresó en un dictamen del viernes 11 la jueza penal de 27º turno, Silvia Urioste, que interviene en el caso de los indagados Raúl Urioste y Faustino Álvez.

Esta magistrada, que no frenó sus actuaciones por la pandemia, citó en el dictamen al exministro de la Corte Felipe Hounie para sostener que “los crímenes de lesa humanidad, al ser parte de las normas ius cogens, son inherentes a la personalidad humana” y por ello “no es el precepto expresado en el estatuto, tratado o convenio el que la hace vigente, sino que solo la actualiza mediante una verbalización determinada, ya que, en sí, preexisten a tal actuación”.

En una opinión discorde sobre la opinión mayoritaria de la Corte en un recurso presentado por la defensa del coronel Wellington Sarli, la ministra Minvielle argumentó que el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Gelman contra Uruguay no deja lugar a dudas y sostuvo que la mayoría de la SCJ tiene “una posición sesgada, limitada, hemipléjica, toda vez que toma en consideración solamente el orden interno”.

“Falseando la historia”

Los militares, en general, no aceptan la interpretación amplia que afecta a muchos de sus camaradas que a menudo eran entonces oficiales subalternos. Durante una conferencia que ofreció el martes 15 en el Instituto Militar de Estudios Superiores, el coronel retirado y abogado Eduardo Aranco Gil, que integra la Suprema Corte desde 2009 como miembro integrante militar, sostuvo que a pesar de la afirmación del entonces presidente Sanguinetti, quien en 1989 dijo que cuando se cerraron las urnas terminó la transición en el Uruguay, en realidad “la transición aún no ha terminado porque 32 años después están siendo juzgados hechos ocurridos en la década del 70, hace más de 40 años, en algunos casos hace casi 50 años”. 

Además, recordó que “quienes atentaron contra la seguridad del Estado, y cometieron todo tipo de delitos, tales como hurtos, homicidios, secuestros, torturas, fueron amnistiados a los pocos días de restaurada la democracia, quedando muchos crímenes impunes y otros tantos sin investigar”.

Luego de exponer su mirada acerca del proceso legal y político, Aranco Gil dijo que está elaborando una nueva solución jurídica. Esta semana posteó en su página de Facebook que “desde hace varios lustros se está falseando la historia afectando la memoria colectiva nutriéndola de resentimiento y venganza contra policías, militares y civiles, que, habiendo actuado como agentes del Estado, están siendo juzgados por hechos acaecidos hace más de cincuenta años”.

En línea con el reclamo del coronel Aranco se expresó el senador Domenech: “No tengo ninguna duda que los delitos de lesa humanidad no son de tipificación retroactiva. Eso lo dice claramente el Tratado de Roma. Pero lamentablemente nuestros jueces han hecho caso omiso a esa disposición e incluso el tema ha desbordado de su cauce natural, porque se está procesando a personas por acciones llevadas a cabo durante el período de guerra interna declarado por el Parlamento democrático”, afirmó en una interpretación que supone que los legisladores que votaron el estado de guerra y luego la ley de seguridad del Estado dieron libertad para cometer delitos.

“Hay unos cuantos (militares retirados) que han sido procesados por acciones llevadas a cabo durante el estado de guerra interno declarado por el Parlamento democrático, antes del 27 de junio de 1973, así que es absolutamente ilegal lo que se está haciendo. Pero esas causas seguirán sus cursos y veremos qué resuelven los tribunales de apelación y la Suprema Corte”, añadió.

A nivel político, Domenech sostuvo que cualquier planteo sobre el tema “requeriría un acuerdo con el Frente Amplio, porque es el que representa los sectores políticos que están más comprometidos con quienes están en una actitud de no finalizar el tema”.

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