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domingo, 31 de marzo de 2019

Leyendo para interpretar archivos




El próximo lunes 8 de abril, en el Paraninfo de la Universidad, se presentará LUISA (Leyendo

Unidos para Interpretar loS Archivos), un programa informático diseñado por docentes de la FING,

 en el marco del proyecto de Sistematización de Archivos militares que desarrolla conjuntamente

 con la FIC. Luisa permite rescatar la información de textos ilegibles mediante la participación 

solidaria de cualquier persona, en forma anónima La presentación de LUISA contará con la 

presencia del rector de la Universidad, economista Rodrigo Arim y el Coordinador del Grupo de 

Trabajo Verdad y Justicia, doctor Felipe Michelini.


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sábado, 30 de marzo de 2019

Confesión en Tribunal de Honor

Gavazzo admitió que arrojó el cuerpo de 

Roberto Gomensoro al Río Negro



Por Leonardo Hacberkorn – El Observador – 30 3 2019

Gavazzo y “Pajarito” Silveira narraron múltiples horrores de la dictadura; el Tribunal de Honor entendió que no afectaron el honor de la fuerza.

José Gavazzo admitió que arrojó en 1973 el cuerpo del tupamaro Roberto Gomensoro al río Negro para hacerlo desaparecer y que le mintió a la Justicia al respecto.

Jorge “Pajarito” Silveira fue más allá. Dijo que Gavazzo fue responsable de la muerte de Gomensoro, también del otro detenido en el Grupo de Artillería 1 y de la desaparición de María Claudia García de Gelman. Acusó a Gavazzo de no tener “la hombría suficiente” para asumir sus actos.

Tales hechos emergen de las actas del Tribunal de Honor que el Ejército realizó a ambos oficiales, según comprobó El Observador tras haber tenido acceso a ellas.

A pesar de estas confesiones y acusaciones, siete generales del Ejército (tres integrantes del Tribunal de Honor, otros tres de un tribunal de alzada, y el excomandante Guido Manini Ríos) entendieron que los acusados no afectaron el honor del Ejército. Y que solo afectaron el honor del Cuerpo de Oficiales y el suyo propio por haber permitido que el coronel Juan Carlos Gómez permaneciera tres años preso por el asesinato de Gomensoro, siendo que ellos sabían que era inocente.

La muerte de prisioneros indefensos, la desaparición de sus cuerpos y las mentiras reiteradas no fueron consideradas.

Uno de los generales que integró el tribunal de Honor es el actual comandante del Ejército, José González, designado por el presidente Tabaré Vázquez tras cesar a Manini Ríos.

Gavazzo culpa a Cristi

Gavazzo sostuvo ante el Tribunal de Honor que el Grupo de Artillería 1, del cual él era el segundo al mando, detuvo a Roberto Gomensoro porque era “un jefe” del sector militar del MLN.

“Tito” Gomensoro fue detenido el 12 de marzo de 1973. No era jefe del aparato armado del MLN. Su tarea estaba concentrada en la militancia en la FEUU. Seis días después su cadáver apareció flotando en el río Negro, en el lago del Rincón del Bonete. Estaba envuelto en una malla de alambre y tenía atadas tres grandes piedras.

El cadáver fue sometido a autopsia, pero no pudo ser identificado. Luego de ser enterrado en Tacuarembó, alguien lo volvió a desaparecer en fecha incierta.

El Ejército nunca admitió que aquel cuerpo que había aparecido flotando era el de Gomensoro. Decían que se había fugado y no se sabía nada de él. Hasta 1985 mantuvieron una orden de captura. Pero el forense que había analizado el cadáver cuando apareció flotando, se guardó para sí su cráneo. Eso permitió que 2002 se confirmara que el cuerpo era el de Tito.

En el Tribunal de Honor, Gavazzo -contradiciéndose a sí mismo respecto a la importancia de su captura- declaró que todo lo que sabía Gomensoro ya era sabido por el Ejército. Por eso, según afirmó, dio la orden de que no se lo interrogara y de que solo lo dejaran esposado en una silla. Era de madrugada. Al amanecer, Gomensoro estaba en la misma silla... pero muerto.

Eso le declaró Gavazzo a los generales.

Según su relato, tras enterarse de la muerte de Gomensoro, le avisó al jefe del Grupo de Artillería 1, el coronel Alfredo Rubio. Y juntos fueron a comunicarle lo ocurrido al comandante de la División de Ejército 1, el general Esteban Cristi.

Según el relato de Gavazzo, allí Cristi habría ordenado desaparecer el cuerpo: “Quien tuvo que hacer eso fui yo”.

“Por temas de desprestigio del Ejército no podía darse a conocer que había fallecido alguien en un cuartel”, declaró Gavazzo, recordando que aún no había ocurrido el golpe de Estado.

“Yo lo cargué al vehículo, yo manejé al vehículo, lo llevé al lugar, lo bajé, lo puse en un bote y lo tiré del bote. Yo solo”, sostuvo Gavazzo ante el Tribunal de Honor.

Silveira culpa a Gavazzo

La declaración de Gavazzo reúne tres tópicos tradicionales en sus dichos: aludir con nombre y apellido a gente ya fallecida (Cristi), decir que el destino o las circunstancias lo obligaron a hacer todo lo malo (“quien tuvo que hacer eso fui yo”) y jamás inculpar a un subordinado (“yo solo”).

Sin embargo, el testimonio ante el Tribunal de “Pajarito” Silveira, que era su subordinado en el Grupo de Artillería 1, lo contradice.

Según cuenta Silveira, cuando Gomensoro murió en el cuartel, “lo que había hecho” Gavazzo motivó una pelea con el comandante de la unidad, el coronel Rubio.


No fueron juntos a hablar con Cristi, sino que Rubio fue solo, enojado y alterado. Tomó el jeep del cuartel y salió a toda velocidad. Gavazzo “no sabía dónde esconderse”, recordó Silveira.

“Los subalternos habíamos visto que algo raro había pasado”, agregó.

Cuando los integrantes del Tribunal le preguntaron si Gomensoro había muerto por las torturas recibidas, Silveira dijo que él no vio qué pasó, pero que el responsable de la muerte fue Gavazzo.

“Nosotros sabemos que se le muere a Gavazzo”, afirmó y agregó: “Gavazzo se lo lleva a Paso de los Toros”.

El testimonio de Silveira coincide con otros que también apuntan a Gavazzo como el responsable de torturar y matar a Gomensoro.

Ante la Justicia, el mayor Enrique Debat declaró que un día de marzo de 1973 en un galpón del cuartel de La Paloma, sede del Grupo de Artillería 1, “vi al mayor Gavazzo sentado al lado de una persona que estaba colgada, amarrada de un caballete. El cuerpo estaba sin ropas, aparentemente mojado, húmedo, con brillo, amarrado con las manos en la espalda y la cabeza gacha.

Era una persona aparentemente masculino, sin senos, cabellos oscuros mojados. Al lado de ese caballete, un teléfono de campaña y varios cables. Al pasar por ahí vi el rostro del mayor Gavazzo, porque giró de la posición (en) que estaba para ver que estaba pasando una persona. No hablamos, y hubo sí un gesto de cierta sorpresa de parte de él”.

Esa noche en el casino de oficiales -agregó- se comentó que el detenido se llamaba Roberto Gomensoro y que Gavazzo lo había matado.

Debat amplió su testimonio en el libro “Gavazzo. Sin Piedad”.

El testimonio de Debat coincide con otros. En el libro “Milicos y tupas”, el contador Carlos Koncke -que estaba preso en el cuartel de La Paloma- cuenta que a poco de asumir como segundo jefe de la unidad, Gavazzo mató a un detenido. El coronel retirado Luis Agosto, entonces capitán en esa unidad, relata que por esas fechas un día pasó algo muy grave y que -salvo el grupo que actuaba junto a Gavazzo- al resto de los oficiales no se los dejó entrar al cuartel.

¿Por qué no dijeron la verdad?

En 2005 y a pedido del presidente Tabaré Vázquez (en su primer mandato), cada una de las tres armas se vio conminada a entregar un informe con los datos en su poder sobre los desaparecidos.

Allí el Ejército admitió por primera vez que Gomensoro había muerto en 1973, pocas horas después de su detención, “por problemas cardíacos”, en el Grupo de Artillería 1. El informe admitía que su cuerpo había sido arrojado al lago de Rincón del Bonete.

Roberto Gomensoro (el primero de izquierda a derecha). A su lado, su esposa Cristina Petrus.
La aparición del cráneo y el informe del Ejército permitieron que un juicio por la muerte de Gomensoro avanzara en Tacuarembó. Parecía que los principales encausados serían los dos jefes del Grupo de Artillería 1: Rubio y Gavazzo.

Sin embargo, sorpresivamente apareció un testigo, un tupamaro marginal llamado Valerio Blanco, que dijo que él había visto como el coronel Gómez había asesinado a Gomensoro, no en La Paloma sino en Paso de los Toros.

Aunque su testimonio estuvo plagado de mentiras, errores, contradicciones e inconsistencias, la Justicia lo dio por bueno y Gómez fue enviado a la cárcel. Estuvo tres años y medio preso.
En el Tribunal de Honor, los generales le preguntaron a Gavazzo y a Silveira por qué no advirtieron en la Justicia que Gómez era inocente, como les constaba.

Gavazzo respondió que mintió para defender a sus subordinados del Grupo de Artillería 1. Adujo que si él hubiera admitido su responsabilidad en desaparecer el cuerpo, la Justicia habría buscado otros culpables entre sus subalternos.

Silveira explicó que él no dijo nada ya que, a pesar de tener la seguridad de que Gavazzo era el responsable, no tenía pruebas.

Otro muerto en La Paloma

Poco después de la muerte de Gomensoro, otro prisionero murió y desapareció en el cuartel de La Paloma: el tupamaro Eduardo Pérez Silveira, alias el Gordo Marcos.

En el libro “Gavazzo. Sin Piedad” se reúnen testimonios que apuntan a Gavazzo como responsable de su tortura y muerte. El propio Gavazzo admite allí que le tiró a Pérez Silveira una granada de gas en un espacio cerrado para reducirlo porque se habría sublevado y no podía controlarlo. Los efectos de la granada habrían derivado en que el prisionero se desvaneciera y se lo llevara al Hospital Militar, donde “desapareció”.

Hay testigos de que Pérez Silveira estuvo unas horas en el Hospital Militar, en un estado agónico, con graves lesiones.

Ante el Tribunal de Honor, Gavazzo repitió su misma versión sobre ese caso. Pero Silveira volvió a enmendarle la plana.

“Hubo un fallecido en Artillería 1, que Gavazzo lo gaseó. Sí, que lo gaseó”, dijo, repitiendo la afirmación.

Foto: Artigas Pessio
Silveira negó con énfasis que Pérez Silveira se hubiera rebelado o insubordinado. ¿Por qué le tiraron la granada de gas?, le preguntaron entonces los generales.

“Cosas de Gavazzo. Estaba solo”, respondió. “El comentario era que lo había gaseado para interrogarlo”.

Contó que al llegar otros militares a la celda, una vez que Pérez Silveira ya había sido retirado, el ambiente aún estaba inundado de gas.
Silveira sostuvo que, según comentarios que oyó, el cuerpo del Gordo Marcos habría sido llevado del Hospital Militar al Cementerio del Norte y colocado en un nicho.

Aún hoy está desaparecido.

Segundo vuelo

En 2005 la Fuerza Aérea admitió que hubo un “segundo vuelo” desde Argentina a Uruguay, en el que fueron trasladados uruguayos capturados en aquel país y cuyo destino hasta hoy se desconoce.

Tanto Gavazzo como Silveira fueron condenados en 2009 por el juez Luis Charles por 28 homicidios derivados de aquel traslado clandestino. El fallo fue ratificado por tribunal de apelaciones y la Suprema Corte.

El “segundo vuelo” fue calificado como un “hecho injustificable” por el entonces comandante Manini Ríos, en febrero de 2018. En una entrevista publicada por el portal Ecos, Manini declaró: “Las Fuerzas Armadas capturaron a los principales líderes guerrilleros y los cuidaron muy bien (...) Se lo pudo haber dejado morir, pero no se hizo. No era la forma de actuar del Ejército. Pero tres o cuatro años después, sobre todo en el Servicio de Información y Defensa, comenzó a haber otra forma de actuar. Y ahí comenzaron a ocurrir los casos más injustificables de la dictadura, como el caso (de Julio) Castro, el segundo vuelo y el caso María Claudia García de Gelman”.

Sin embargo, ante el Tribunal, Gavazzo insistió en que ese vuelo no existió.

En su declaración recordó que en 2012 en Buenos Aires fue hallado el cuerpo de uno de los 28 desaparecidos por los cuales fue condenado, el de Alberto Mechoso, y en base a eso sostuvo que todos fueron muertos en Argentina y por argentinos.

Las preguntas que le realizaron los generales sobre su participación en Argentina fueron vagas y generales. No contrastaron a Gavazzo con los múltiples testimonios que hay de su participación en detenciones ilegales en ese país, su presencia en el centro de torturas Orletti y en negociaciones a cambio de dinero con prisioneros.

“Pajarito” Silveira, en cambio, afirmó tener la convicción de que el segundo vuelo sí existió. Dijo basar su convencimiento en “cuentos” y “comentarios” que escuchó. Pero sostuvo que él no participó en nada vinculado con detenidos en Argentina.

Dijo que Gavazzo fue responsable de las operaciones en Buenos Aires. Y dio a entender también que lo fue de la desaparición de María Claudia García de Gelman.  “No tiene la hombría suficiente para decir ‘yo soy responsable’. ¿Por qué? Porque hubiera alivianado al Ejército”.

Otros involucrados en todo lo referente a García de Gelman, serían Juan Antonio Rodríguez Buratti (se suicidó en 2006), José Arab, Felipe Sande y Ricardo Medina, todos ya condenados por la Justicia.

Silveira dijo que no quiere ver a Gavazzo nunca más. Lo responsabiliza de llevar 12 años preso por crímenes que dice no haber cometido (el de García de Gelman y todos los trasladados desde Argentina) y relató que Gavazzo lo ha amenazado con involucrarlo en actividades ilegales en Argentina si habla. Y que cuando otro oficial ha dado algún dato, Gavazzo amenazó con matarlo.

“Tenemos una diferencia muy grande con él”, sostuvo.

Cuestión de honor

Tras escuchar todo lo anterior, el tribunal integrado por los generales José González, Gustavo Fajardo y Alfredo Erramún entendió que no había motivos para condenar a Gavazzo y Silveira por los 28 homicidios por los que están condenados por la Justicia.

En abierta contradicción con lo manifestado por la Justicia en tres instancias, y sin una investigación en profundidad, concluyeron que los hechos no están aclarados lo suficiente y no hay al respecto elementos para sostener que Gavazzo y Silveira afectaron al respecto el honor del Ejército ni el del Cuerpo de Oficiales, ni el suyo propio.

Del resto de episodios narrados, entendieron que Gavazzo y Silveira no habían afectado el honor del Ejército, pero sí el del Cuerpo de Oficiales y el suyo propio al incurrir en una “descalificación por falta gravísima” al no haberle dicho a la Justicia que el coronel Gómez era inocente de la muerte de Gomensoro. Como consecuencia de tal falta, ya no podrán usar el uniforme.

En las conclusiones del Tribunal de Honor no se dice nada sobre la muerte bajo tortura de Gomensoro en Artillería 1. Se dice -con naturalidad- que Gavazzo hizo desaparecer su cuerpo “dando cumplimiento a las órdenes de los mandos naturales”. No hay referencias al homicidio de Eduardo Pérez Silveira, su inaudito gaseamiento, su muerte y desaparición. Tampoco al traslado a Uruguay de María Claudia García de Gelman y su ejecución tras dar a luz.Ambos oficiales apelaron los fallos.

El caso fue analizado por los generales Claudio Romano, Alejandro Salaberry y Guillermo Rodríguez, que ratificaron el dictamen.

Foto: Leonardo Carreño
Gavazzo dejó constancia de su inconformidad. En ese documento define así la muerte de Gomensoro: “el deceso por causas naturales de un terrorista que se encontraba prisionero”.

Agregó: “Lo más triste y lamentable para mí es que haya sido el propio Ejército, MI Ejército, el que me haya condenado de por vida a la vergüenza y el oprobio”.

Manini Ríos refrendó los fallos del Tribunal de Honor. En total siete de los 16 generales del Ejército lo hicieron. Manini Ríos elevó el fallo al Poder Ejecutivo con un documento adicional. En él no hizo ninguna consideración a lo declarado por Gavazzo y Silveira sobre las muertes, torturas y desapariciones de Gomensoro, Pérez Silveira y García de Gelman, pero sí escribió una dura crítica al Poder Judicial.

Contradiciéndose a sí mismo respecto a la citada entrevista de 2018, Manini Ríos se refirió en ese documento a los desaparecidos del “segundo vuelo” como “presuntamente trasladados desde Buenos Aires”.

Aunque con dudas y salvedades que quedaron por escrito, el Poder Ejecutivo homologó el fallo. Se entendió que si el presidente no lo hacía podría entenderse que se negaba a aprobar la sanción a Gavazzo y Silveira. Manini Ríos fue cesado de su cargo por sus cuestionamientos al Poder Judicial. En su lugar fue investido el general González, uno de los integrantes del Tribunal de Honor.

Tortura de detenidos

Ni Gavazzo ni Silveira admitieron haber torturado. El Tribunal de Honor no los enfrentó con los múltiples testimonios que hay al respecto. Silveira sí reconoció haber visto interrogatorios con tortura. Pero “no matábamos gente, no los fusilábamos”, dijo. Agregó: “Si hubo algo de eso fue porque el SID (Servicio de Información y Defensa) se enloqueció”. “El SID era (el general Amaury) Prantl, pero lo manejaba Gavazzo”, dijo. “Vimos una guerra real, no es algo que se inventó”, declaró. “Gracias a nosotros no somos la Cuba de América”.

Como ejemplo de la violencia del MLN, puso el asesinato de un inspector policial que fue ametrallado en la calle, según dijo, por el hoy ministro Eduardo Bonomi. Acusado de violar detenidas, Silveira sacó el tema sin que hubiera una pregunta específica: “Si se desnudaba a una mujer –sostuvo– era solamente porque se necesitaba la ropa para a la hora vestirla”. Gavazzo, más parco, dijo que cumplía órdenes: “Jamás actué como ente autónomo, ni nada por el estilo”.

El proyecto Menéndez

El Tribunal de Honor a Gavazzo y Silveira se inició por una resolución del Ministerio de Defensa de setiembre de 2017. El proceso de homologación de los fallos recién culminó en marzo de 2019. Si el Parlamento aprueba el proyecto del Poder Ejecutivo para modificar la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, estas dilaciones ya no serán posibles. De acuerdo al proyecto de ley que ha impulsado el ministro de Defensa, Jorge Menéndez, los tribunales de honor tendrán 180 días para expedirse.

Además, se le otorga al Poder Ejecutivo la potestad de designar un Tribunal de Honor de Alzada, si se entiende que el Tribunal de Honor original tuvo fallos de procedimiento o “de fondo” en su actuación. Este tribunal de alzada podría estar integrado por militares en actividad o en retiro.

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(*) La difusión de la presente nota periodística es meramente de carácter informativo y no supone ningún grado de aceptación y/o compromiso con los conceptos, juicios o comentarios que en la misma se formulan.

martes, 26 de marzo de 2019

miércoles, 20 de marzo de 2019

martes, 19 de marzo de 2019

Guido Manini Ríos: faltó a la verdad


Las afirmaciones públicas que el ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos realizó acerca del funcionamiento y la actitud del Poder Judicial son absolutamente falsas.

A diferencia de lo sucedido en Argentina y Chile, donde centenares de oficiales fueron llevados ante los estrados judiciales, juzgados y condenados, en Uruguay solamente un pequeño, un reducido grupo, de quienes cometieron graves violaciones a los DDHH fueron investigados y procesados.

La justicia uruguaya, desde el retorno a la vida democrática no se ha caracterizado, en ningún momento por ser hiperactiva, sino todo lo contrario. Debido a la vigencia de la ley de Caducidad que impulsó el Dr. Julio María Sanguinetti en su primera presidencia, una no encubierta ley de amnistía, durante más de 20 años estuvo impedida de realizar ninguna investigación sobre las graves violaciones a los DDHH ocurridas en el largo período dictatorial.

Recién a partir de octubre de 2011 en que se restableció la pretensión punitiva del Estado pudo empezar a cumplir con las obligaciones que le imponen las normas constitucionales. Salvo honrosas y destacadas excepciones que la ciudadanía conoce, Dra. Mariana Mota por citar un caso, los magistrados y la propia Suprema Corte no han sido un ejemplo de dedicación,  compromiso y espíritu justiciero.

Desde las declaraciones del expresidente de la SCJ, Dr. Jorge Ruibal Pino, en febrero de 2013, en el sentido de que quienes promovieran las causas del pasado reciente encontrarían en el máximo órgano “una auténtica muralla” para que ellas no prosperaran,  a la sentencia que en octubre de 2017 desestimó una investigación sobre José Nino Gavazzo por las torturas que infringió a una detenida en Tacuarembó en el año 1972, el órgano dirigente de la Justicia no es tampoco un modelo a  exaltar.

Mintió con real malicia

El excomandante en jefe mintió descaradamente y a sabiendas, con real malicia, acerca del rol desempeñado por el poder judicial. Lo sabe muy bien. Todos los involucrados, en todo momento, han contado con todas las garantías legales que existen en nuestro país. Se han beneficiado del mejor apoyo legal y académico disponible, financiado incluso con los impuestos que pagan sus víctimas y la sociedad uruguaya en su conjunto. Sus abogados defensores han podido, incluso amenazar y prepotear a los testigos presenciales en los juzgados, e incluso, como ha quedado documentado, lo hicieron, en el año 2018, en una Sala del Hospital Maciel, en la causa por la desaparición de Oscar Tassino.

Se les ha permitido, con total displicencia, recurrir a todos los mecanismos legales posibles  para enlentecer y entorpecer el diligenciamiento de las investigaciones y de las causas con artificiosos recursos de inconstitucionalidad. Los jueces solamente han procesado a un reducido y escaso número de quienes fueron denunciados, indagados o de los cuales se solicitó el procesamiento. Todos los procesados lo fueron en base a pruebas y evidencias contundentes y abrumadoras, a veces con testimonios de exmilitares.

Todos los condenados, son ampliamente conocidos en la familia militar por haber sido integrantes  de los principales órganos represivos, en Uruguay y en el exterior, actuando en la Esma y en Automotoras Orletti.  Todos tienen un currículum represivo tenebroso. Han podido fugarse del país para eludir el brazo de la justicia y al mismo tiempo seguir cobrando sus privilegiadas jubilaciones. Todos han sido condenados recorriendo, sus causas, toda la escala del poder judicial y sus sucesivas instancias hasta culminar por los fallos ratificatorios de la SCJ.

Cuando ha sido necesario y/o oportuno han contado con preparadas campañas mediáticas orquestadas desde la tribuna de El País, comentarios de senadores y diputados amigos de la impunidad, estridentes declaraciones públicas de los Centros Militares y amenazas de furtivos comandos sobre los promotores de las causas o actos vandálicos sobre los memoriales. A veces con el silencio y apoyo no encubierto de algún jerarca ministerial ya fallecido.

El portavoz de lo peor y más deshonroso

La dictadura cívico militar, el terrorismo de Estado, fue un proyecto global e integral  de país, en el marco de la injerencia constante y agobiante en el continente de Estados Unidos. Se comenzó a implementar desde el mismo momento  en que Pacheco Areco suspendió los Consejos de Salarios, impuso las Medidas Prontas de Seguridad el 13 de junio de 1968 y comenzó a militarizar gremios en conflicto.

Pretendió, y lo hizo, reestructurar la sociedad uruguaya en función de los intereses y las necesidades de las elites económicas, del campo y la ciudad. Empobreció al país y redujo el poder adquisitivo de los trabajadores, los jubilados y los sectores populares.

Tuvo, como no podía ser de otra manera, el apoyo de los grandes sectores del campo, del comercio, de la banca y de la prensa  como El País. Fue un proyecto de  nación en el marco de una estrategia continental diseñada e impulsada desde Estados Unidos, que abarcó muy especialmente al Cono Sur. La brutal política represiva desencadenada fue la herramienta imprescindible para disciplinar a la sociedad e implantar dicho modelo.

Fue una tragedia nacional que por el bien del país y de su gente, nunca más debe volver a repetirse. La actuación de la justicia, el órgano del Estado con facultades plenas para hacerlo, investigando y sancionando las graves violaciones a los DDHH es decisiva para que no vuelva a ocurrir.

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Opinando N° 2 – Año 8 – Martes 19 de marzo de 2019

lunes, 18 de marzo de 2019

34.º aniversario de últimas liberaciones

Conmemoración del Día del ex Preso Político

 y recuerdo de los detenidos desaparecidos. (*)


Chela Fontora convocando a realizar un minuto de silencio en homenaje a las ex presas
y a los ex presos políticos fallecidos y a todos los detenidos desaparecidos
El Memorial a los Detenidos Desaparecidos, ubicado en el Cerro de Montevideo, fue escenario, este jueves 14, del homenaje a los protagonistas de la lucha por la reconquista de la democracia. Bajo la consigna “Con justicia, nunca más terrorismo de Estado”, se realizó una sencilla ceremonia para recordar a los ex presos políticos y a los detenidos desparecidos.

A la 34.ª conmemoración de la liberación de los presos de la dictadura asistió el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro. La ceremonia comenzó con la entonación de las estrofas del Himno Nacional, tras lo cual Osvaldo Sardiña, en representación de la asociación de ex presos políticos del Uruguay, Crysol, leyó una proclama, reseñó la jornada y reivindicó el compromiso con la democracia y la libertad.

Murro recordó a aquellas personas que dieron su vida por sus ideales. “Son un ejemplo para el país de cómo, democráticamente, debemos seguir mejorando”, sostuvo. Reflexionó además sobre la necesidad de seguir luchando por la democracia, la reparación y el respeto a las instituciones. “Hay que seguir buscando a los desaparecidos, la verdad y la justicia”, enfatizó.

Por su parte, Osvaldo Sardiña señaló que en este nuevo aniversario se reivindica el compromiso con la democracia, la libertad y el futuro del país. “Estamos orgullo de haber sido parte de una epopeya colectiva que cristalizó y forjó el Uruguay actual, este Uruguay democrático que tiene que seguir avanzando hacia una sociedad más justa, libre, igualitaria y solidaria”, puntualizó.

“Como sobrevivientes del terrorismo de Estado, hemos asumido la obligación moral de denunciar una y otra vez lo ocurrido, las atrocidades sufridas por miles de uruguayos, de mantener viva la memoria de los crímenes, de homenajear a las víctimas y de promover el juzgamiento y el castigo penal de los responsables de las graves violaciones a los derechos humanos”, subrayó.











Mtro. Ernesto Murro

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sábado, 16 de marzo de 2019

No ha procesado un "verdadero saneamiento"


Cuestionamientos a la Justicia de Manini Ríos reflejan 

que el Ejército no ha procesado un “verdadero saneamiento” 

tras crímenes de la dictadura, coinciden historiadores

La Diaria - 16 de marzo de 2019 

| Escribe: Mariana Cianelli en Política | Foto: Andrés Cuenca

El presidente Tabaré Vázquez y el ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos en la celebración del 206 aniversario del Ejército (archivo, 2017).
El ex comandante en Jefe definirá en los próximos días si acepta la candidatura a la presidencia por Cabildo Abierto.

Luego de una sanción y varias advertencias, el martes el presidente Tabaré Vázquez aprovechó una reunión solicitada por el comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, para comunicarle que había decidido removerlo del cargo. Los duros cuestionamientos a la Justicia, incluidos en la nota enviada al Poder Ejecutivo sobre los fallos del Tribunal Especial de Honor en torno a la conducta de los represores Luis Maurente, Jorge Silveira y José Nino Gavazzo, condenados por múltiples violaciones a los derechos humanos en el marco del terrorismo de Estado, llevó al gobierno a cesarlo de funciones y disponer su pase a retiro. 

El ex comandante en jefe afirmó en la nota que en el Ejército existe la convicción de que se “aplicó una suerte de derecho para el enemigo” a los uniformados, que los militares muchas veces son considerados culpables antes de ser juzgados, sin las “garantías del debido proceso”, condenados con pruebas “fraguadas o inventadas”. “No ha habido juicios imparciales” a los uniformados, aseveró.

Ya destituido, con el uniforme militar puesto, el ex comandante en jefe usó la cuenta institucional del Ejército en Youtube para dar un mensaje de despedida a la fuerza militar. En el video, Manini Ríos volvió a explicitar su parecer sobre la Justicia y dijo que “nunca” justificó situaciones que pudieran ser “deshonrosas” para la institución, pero reiteró que en muchas oportunidades la Justicia “actuó sin pruebas” y “sin respetar los principios elementales del derecho”. 

También se refirió al clima de “reciente deterioro en la relación con el mando superior” y tildó de “inédita” la sanción de 30 días de arresto a rigor que se le aplicó por sus apreciaciones en contra de la reforma de la Caja Militar y las críticas al ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro.

Luego habló de su intención de incursionar en la política partidaria y resaltó que si entendiera que la “trinchera política” es la “única” que le permite “lograr para la institución militar y para los más frágiles la justicia que no he podido lograr desde otros puestos de lucha”, está plenamente dispuesto a recorrer ese camino. Manini Ríos sostuvo que ha “tratado sacar adelante al Ejército” y, en esa supuesta tarea, ha enfrentado “la incomprensión de muchos”, las “falsedades de burócratas incapaces de ver la realidad”, que están “ enceguecidos en su soberbia o atrapados en sus prejuicios ideológicos”.

El Ministerio de Defensa Nacional bajó el video de la página institucional del Ejército y, según dijeron fuentes de la cartera a la diaria, van a “evaluar” la situación. Si bien se dispuso su pase a retiro, según indicaron las fuentes, el Poder Ejecutivo tiene la potestad de sancionarlo durante cuatro años luego del cese de su actividad.

Un debate pendiente

Hoy, el Plenario Nacional del Frente Amplio discutirá sobre una posible “racionalización” de las Fuerzas Armadas en un eventual período de gobierno, informó el viernes El País. Los temas vinculados con la defensa quedaron en el tintero en el último Congreso de la fuerza política y serán retomados en el marco del plenario. El oficialismo discutirá sobre la posibilidad de reducir paulatinamente la estructura piramidal de las fuerzas.

El partido Cabildo Abierto, recientemente inscripto en la Corte Electoral, hace tiempo viene coqueteando con la idea de catapultar a Manini Ríos a la política partidaria. El partido, cuyo sublema es Movimiento Social Artiguista (MSA), improvisó rápidamente una conferencia de prensa en el hotel Ibis Montevideo para anunciar que le propondrá al ex comandante en jefe que sea el precandidato presidencial del lema. 

El escribano Guillermo Domenech, presidente del partido, fue el que habló durante toda la conferencia de prensa y dejó en claro cuáles son las referencias que motivan al lema. Cabildo Abierto se inspira en el “ideario artiguista” y busca restablecer la “confianza” entre los ciudadanos y sus representantes. 

Domenech dijo que el partido no se iba a encasillar ni en la izquierda ni en derecha y reiteró que los lineamientos básicos del partido están “en la doctrina artiguista”. “Que los más infelices sean los más privilegiados”, dijo Domenech, y añadió: “Eso fue lo que pretendió Guido Manini Ríos en su ejecutoría como comandante en jefe del Ejército; se preocupó por la tropa, no por los oficiales, y hoy el país necesita de eso... Cuando usted camina por las calles de Montevideo y ve gente tirada debajo de los antepechos de las ventanas, hay un llamado a la responsabilidad de todos los orientales para que eso no siga sucediendo”.

Ayer Domenech contó a la diaria que Manini Ríos le dijo que se tomará “unos días” para analizar la propuesta. “Nosotros seguimos pensando que va a aceptar [ser precandidato]”, acotó Domenech, y agregó que le parece “razonable” que se tome unos días para pensarlo.

Las derechas

No sólo el partido Cabildo Abierto ve con buenos ojos la precandidatura de Manini Ríos: el movimiento Unidos Podemos, integrado mayoritariamente por militares retirados, que surgió a fines de 2017, también valoró como positivo que el ex comandante en jefe incursione en la política. 

Así lo dejó entrever el coronel retirado Héctor Rovira, integrante del movimiento, en diálogo con Radio Uruguay, el 16 de enero: “Ellos postulan la figura del comandante en jefe del Ejército a futuro y nosotros lo vemos como muy positivo”, porque es un “hombre que evidentemente ha marcado un hito” en el Ejército y que se puede pensar como “un candidato muy importante”, afirmó. También consideró que el partido Cabildo Abierto, por ese entonces llamado MSA, nació con los “mismos principios” que ellos y dijo que tiene muchas personas conocidas en sus filas.

La historiadora Magdalena Broquetas habló con la diaria sobre el campo de las derechas en Uruguay. En nuestro país, dijo, las facciones partidarias de derecha siempre han tenido un peso importante, y pueden reconocerse en el plano social. En particular, las facciones de derecha pueden encontrarse presentes a nivel latinoamericano y mundial en dos grandes instituciones: la iglesia católica y las Fuerzas Armadas (FFAA). “En el caso uruguayo son dos actores sociales con una fuerza relativa pero nada despreciable”, advirtió. Si bien el Ejército tiene en su constitución orgánica la imposibilidad de hacer política, Broquetas explicó que en realidad siempre que la corporación militar se ha sentido amenazada se ha manifestado, ya fuera a nivel interno o acercándose a sectores de las derechas de los partidos.

Es posible encontrar en el discurso de estos movimientos militares la idea “salvacionista”, explicó Broquetas, y añadió: “Es esa idea de que el último reducto de la nación es, en definitiva, el Ejército, y que como son los verdaderos depositarios del sentimiento nacional, si tienen que salir, van a salir. Ahí aparecen los discursos muy poco democráticos”.

“Es muy grave”

El fiscal de Corte, Jorge Díaz, se comunicó el jueves con la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, María Elena Martínez, para conversar sobre las implicancias de los dichos de Manini Ríos, informó Subrayado. El fiscal expresó que solicitó una copia auténtica de la nota elevada por el ex comandante en jefe al Poder Ejecutivo para poder verla “en su totalidad”, porque parecen ser “muy preocupantes”. “Lo que dice la resolución del Poder Ejecutivo es que Manini habría dicho que un militar citado por la Justicia no tiene las garantías del debido proceso” y es condenado por pruebas “fraguadas” o “inventadas”. El fiscal se mostró muy “preocupado” por este tipo de cuestionamientos y manifestó que, en principio, es “muy grave” lo que afirmó.

En La trama autoritaria: derechas y violencia en Uruguay (1958-1966), la historiadora muestra que las facciones militares han tenido una incidencia notoria en la política durante todo el siglo XX. Allí pone el foco, entre otras cosas, en el surgimiento de la Legión Artiguista, fundada en 1961, y la forma en que los militares trascienden sus funciones en el marco de esta organización. Broquetas sostiene en el libro que si bien esta organización “compartía varios de los postulados y modos de acción de la derecha conservadora”, “presentó diferencias significativas que la alejaban de sus contemporáneos demócratas”.

La organización, cuenta la autora en el libro, reivindicaba la “dimensión militar del artiguismo” y colocaba al comunismo en la antípodas del “ideario y la lucha de Artigas”. “La promoción de un artiguismo activo fue una de las piedras angulares de la acción de este movimiento”, escribió. La Legión Artiguista puede ser considerada un antecedente de la Logia Tenientes de Artigas. Surgida el 25 de agosto de 1965, esta logia contó en sus filas con militares de “perfil nacionalista”, narra en el libro Broquetas, y añade que la organización, considerada “artiguista, nacionalista y antibatllista” tuvo un rol “decisivo” en la “concreción del golpe militar de 1973”.

La reivindicación de la figura de Artigas por estos grupos militares no es casual. Broquetas sostiene que es una “figura en disputa” y, por lo tanto, está “vaciada de contenido”. “La reivindicación militar de Artigas es de un Artigas que antecede a los partidos, y que es militar”, agregó Broquetas en diálogo con la diaria. 

Los movimientos de militares, añadió, recortan la dimensión social del proyecto artiguista y reivindican su condición militar. “Lo sumamente llamativo es que trascienden su función militar y salen como portavoces de la salvación nacional y eso cataliza un tipo de nacionalismo, que tiene toda una tradición en Uruguay, que es un nacionalismo de derecha, en el que el Ejército se posiciona en un lugar salvacionista y hace una lectura muy sesgada y muy particular del artiguismo, que tiene puntos de contacto con otros sectores de la derecha, pero que es muy propia”. “Si hay crisis, como dice Manini Ríos, el Ejército tendría un papel que jugar. Ese es un discurso muy subversivo”.

Producto de la impunidad

Desde que asumió su cargo como comandante en jefe, Manini Ríos cruzó varias veces la frontera de lo permitido. El historiador Aldo Marchesi destacó que si bien históricamente ha habido algunos episodios de desacato, lo de Manini Ríos configuraría una “crónica de una destitución anunciada”, porque las actitudes han sido explicitadas a lo largo del tiempo. Para Marchesi, es bastante claro que nuevamente lo que sucede en Brasil tiene un impacto en la política de nuestro país. Así como el golpe brasileño de 1964 tuvo consecuencias dentro de la esfera militar uruguaya, en los últimos años la relación entre el Ejército brasilero y Manini Ríos ha sido bastante cercana.

Marchesi rescató una característica común entre los ejércitos brasileño y el uruguayo: “Son los ejércitos que en alguna medida resultaron menos afectados por los proceso de la justicia transicional en la región”. Tanto en el caso argentino como en el chileno existieron pedidos de disculpas y quiebres generacionales, explicó. Sin embargo, el Ejército brasileño siguió reivindicando “internamente la dictadura como una experiencia legítima”, acotó, y añadió que en el caso uruguayo no parece haber existido “quiebre o ruptura” respecto del legado dictatorial.

Broquetas compartió esa lectura y se refirió a una transición “trunca” que atraviesa a las FFAA uruguayas en la actualidad. “No ha habido un verdadero saneamiento del Ejército”, acotó, y recordó que la gota que desbordó el vaso fue el cuestionamiento de Manini Ríos a la Justicia ordinaria. En particular, cuestionó las condenas a los represores Gavazzo, Maurente y Silveira. “Entonces es un Ejército que no sólo no ha atravesado procesos acabados, limpios, profundos de Justicia sino que sigue teniendo espacios para decir en voz alta que lo que hicieron está bien y que la Justicia no tiene ningún derecho a entrometerse”, agregó.

Viejas mañas

Varios integrantes de la familia del ex comandante en jefe se encuentran ultimando detalles para relanzar el periódico La Mañana, fundado en 1916 por el abuelo del ex jerarca militar, Pedro Manini Ríos, informó el jueves el semanario Búsqueda. Los impulsores de la iniciativa son Hugo Manini, hermano del ex comandante en jefe, productor arrocero, que integró la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), en 1970, y su hija Manuela Manini; Alberto Manini y el periodista y secretario del partido Cabildo Abierto, Marcos Methol.

La historiadora Magdalena Broquetas explicó que La Mañana fue uno de los diarios de la derecha colorada del siglo XX. “Representa históricamente la posición y la voz del riverismo, que es la primera escisión a la derecha del batllismo, en 1913”, explicó, y continuó relatando el papel que desempeñó a lo largo de la historia: “La Mañana en los años 20 representa a los sectores contrarios al batllismo; en los años 30 apoya la dictadura de Terra; representa a los sectores patronales y empresariales. En los años 40 y 50 se posiciona como un diario muy anticomunista. En los 60 y 70 se vuelve el diario oficialista, que va a ser un puntal del anticomunismo”, expresó. La Mañana fue un diario antiizquierdista, que tuvo un papel clave en la construcción del “enemigo interno y, por supuesto, en la justificación del golpe de Estado”, explicó Broquetas.

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