La Diaria - 15 2 13
Hubo “matrimonio” por
conveniencia entre la Iglesia Católica argentina y los militares.
Concluyó días atrás un
juicio contra ex militares por la ejecución de dos curas, y en los próximos
meses se espera que comience otro por el asesinato de un obispo. La persecución
de algunos sacerdotes durante la dictadura argentina no es novedosa, pero por
primera vez la Justicia se adentra en estos caminos y ratifica en una sentencia
que la Iglesia Católica fue “cómplice de crímenes” de lesa humanidad cometidos
por el régimen.
Fue un tribunal de la
provincia de La Rioja el que condenó a cadena perpetua a tres ex militares
-entre ellos, Luciano Menéndez- por el homicidio de los sacerdotes Carlos de
Dios Murias y Gabriel Longueville, quienes desaparecieron en 1976.
El fallo, emitido el
miércoles, señala que se esperaba de la Iglesia “una actitud de más nítido y
claro repudio a los mecanismos [del gobierno militar] y a quienes, de una
manera u otra, permitieron y consintieron la comisión de gravísimos hechos como
los que ahora juzgamos”.
La alta jerarquía católica
sabía de los asesinatos y torturas de los que eran víctimas algunos de sus
miembros y miró hacia otro lado, escribieron los tres jueces de la causa en los
fundamentos de la sentencia. Toleró e indirectamente avaló la persecución y
desaparición de sacerdotes, en su mayoría integrantes del Movimiento de
Sacerdotes del Tercer Mundo -entre ellos, Murias y Longueville-,
conformado en buena parte
por religiosos de origen pobre y que se opusieron a la dictadura.
“No se trató aquí de
hechos aislados y fuera de contexto, presididos por móviles particulares”, se
aclara en el dictamen, sino “de un plan sistemático de eliminación de
opositores políticos” en el que estaban incluidos estos curas, que “formaban
parte de un grupo de la Iglesia considerado ‘enemigo’”. Además, los jueces
sostienen que “persiste” una “actitud reticente de autoridades eclesiales e
incluso del clero al esclarecimiento de los crímenes que ahora juzgamos”, y dan
un ejemplo: cuando se quiso inspeccionar la parroquia de la que fueron
secuestrados Murias y Longueville -con aviso previo- el párroco les impidió
entrar.
Entre los documentos
aportados en la causa están los revelados meses atrás por el periodista de
Página 12 Horacio Verbitsky, que dan cuenta de cómo el episcopado asesoró a las
Fuerzas Armadas sobre cómo y qué decir sobre la desaparición de personas, así
como una reunión de la cúpula con el presidente de facto Jorge Videla en 1978.
Ambos curas fueron
detenidos, interrogados y luego, ejecutados. Quince días después fue asesinado
el obispo Enrique Angelelli mientras trasladaba documentación sobre la
persecución sistemática de curas. Su asesinato fue encubierto como un accidente
de tránsito; versión aceptada por la Iglesia.
Confesión
El fiscal de la causa,
Carlos Gonella, dijo a Página 12 que “quedó especialmente claro que la Iglesia
tuvo un papel pasivo, pero que también fue parte en toda la represión en
general”. Agregó que se espera que este año empiece el juicio oral por el
asesinato de Angelelli.
Por su parte, Cristina
Murias, hermana de uno de los curas asesinados, señaló que durante el juicio
algunos de los sacerdotes que declararon reconocieron que hubo un “matrimonio
entre la cúpula de la Iglesia y los militares”.
En el juicio también se
recordó que hubo otros tres curas de La Rioja que fueron detenidos y
torturados, antes del golpe de Estado, los cuales había recibido la advertencia
de que Angelelli sería asesinado.
Entre las diligencias
tramitadas durante este proceso se cuenta la reconstrucción, en base a
documentos y testimonios, de un encuentro entre Angelelli y el cardenal Raúl
Primatesta -obispo católico ya fallecido, estrechamente vinculado a la
dictadura y opositor a una autocrítica sobre el rol de la institución-, en el
cual el primero le dijo: “Me están matando a los corderos”. Su respuesta fue:
“Eso le pasa por meterse con esas cosas”.
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