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miércoles, 3 de octubre de 2012

Mil palabras


Reclusión en la ESMA de uruguayo desaparecido en Argentina en 1977 verificada al reconocerlo en una exposición de fotos en su ciudad.

La Diaria 3 10 12 Por Lourdes Rodríguez


El lunes de nochecita se inauguraba en Mercedes la muestra itinerante Fotos sacadas en y de la ESMA, del argentino Víctor Basterra, que concurrió al lugar. En ese contexto, el periodista local Aldo Difilippo reconoció, entre las imágenes de detenidos en ese centro de tortura, una foto de Luján Sosa, mercedario desaparecido en Argentina en 1977. Eso reveló uno de los paraderos de Sosa, cuyas circunstancias de detención prácticamente se desconocen, y disparó elementos para seguir investigando.

Basterra estuvo secuestrado en la Escuela Superior de Mécanica de la Armada (ESMA) entre agosto de 1979 y diciembre de 1983 por su militancia peronista. Mientras estuvo preso fue obligado a confeccionar documentación falsa para los represores y con ese fin debió tomar fotografías, de las que guardó copias. También se las ingenió para retirar de forma clandestina parte de dos negativos de fotos que los militares habían tomado a detenidos desaparecidos que pasaron por la ESMA.

Con el apoyo del Instituto Espacio para la Memoria de Argentina, este archivo se convirtió en una muestra itinerante que fue donada al Museo de la Memoria. Allí estará disponible desde el fin de semana, pero antes pasará por Carmelo y Maldonado. La inauguración tuvo lugar el lunes en la sede de la AEBU de Mercedes. La foto en la que el periodista identificó al uruguayo tenía una inscripción que decía: “¿Sosa? Detenido desaparecido”.

Luján Sosa vivía en Argentina: militaba en Montoneros y trabajaba en la imprenta Edmar. Fue secuestrado el 23 de abril de 1977 en la vía pública por personas armadas vestidas de particular que se identificaron como policías. Tenía 19 años.

De acuerdo a Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos, fue llevado a la pensión donde vivía con las manos atadas con alambre y allí le comunicaron a la dueña del lugar que “lo borrara del libro de huéspedes”, que retirarían todas sus pertenencias y que “no lo verían más”.

La información que manejaron sus familiares es que fue recluido en un centro clandestino que funcionó como base operativa del grupo OT 18 (Operaciones Tácticas), después del cierre de Automotores Orletti. La fotografía de Sosa que Basterra logró rescatar evidencia su paso por la ESMA. “Lo que llama la atención es que la foto está fechada en 1979, dos años después de su detención, así que su historia es más larga de lo que se conoce”, apuntó Difilippo.

La familia de Sosa vive en José Enrique Rodó, en Soriano, a 80 kilómetros de Mercedes, y anoche recién estaban “procesando” esta noticia. “Siempre lo buscamos, incluso en la clandestinidad. Mi madre [Chela Valdez] siempre ha estado estudiando documentos, viajando a Buenos Aires, poniendo su foto en todos lados, enviando cartas a Cruz Roja, al exilio, a las embajadas...”, enumeró en diálogo con la diaria Marbey Sosa, hermano de Luján.

Durante la jornada de ayer, los integrantes de la Comisión de Memoria y Justicia contra la Impunidad de Mercedes encargados de la inauguración de la muestra fotográfica trabajaron para confirmar que la persona de la foto sea efectivamente Sosa. Lilián Ohaco fue una de las personas claves. “No hay dudas de que es él”, afirmó a la diaria. Ohaco, oriunda de Mercedes, se fue a vivir a Buenos Aires a principios de los 70 “con una mano atrás y otra adelante” en busca de oportunidades laborales.

En ese contexto, compartió con Sosa y otros uruguayos el alquiler de dos casonas en diferentes barrios porteños hasta fines de 1976. Luego Sosa se mudó a la pensión cerca de la que fue secuestrado. Ohaco ya estaba de regreso en Mercedes cuando se enteró de la desaparición de Sosa. “Era un muchacho encantador, sano. Le encantaba la música”, recordó.

Uno de los referentes de la comisión, Sergio Frantchez, explicó a la diaria que los fragmentos de negativos rescatados por Basterra fueron dos. En uno había 12 fotos y en el otro tres. Una de éstas pertenecía a Sosa y otra a un sobreviviente que vive en Argentina y que ha trabajado estrechamente con el Instituto Espacio para la Memoria. Allí están puestas las expectativas ahora.

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