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jueves, 27 de septiembre de 2012

Las confesiones de Gavazzo


Mi lucha


Montevideo Portal. 27.09.2012 


El teniente retirado José Gavazzo escribió un libro autobiográfico que saldrá a la venta en los próximos días. En él reconoce que aplicó apremios físicos porque "son inevitables en tiempos de guerra" y admite que "apretó el gañote" a presos porque había que obtener información rápidamente. Criticó a Sara Méndez por "reclamar como madre lo que había perdido como terrorista", en relación a su hijo Simón.

"José Nino Gavazzo: Mi testimonio", es el nombre del libro autobiográfico que el teniente coronel retirado José Gavazzo publicará en los próximos días a través de Artemisa. El semanario Búsqueda accedió a un adelanto del libro de 634 páginas, destacando en especial algunos fragmentos del capítulo dedicado a los apremios físicos en la época de la dictadura.

Gavazzo reconoce en ese capítulo que "apretó el gañote" e hizo lo necesario parta conseguir la información de presos detenidos. El militar asegura que "los años de silencio autoimpuesto por las Fuerzas Armadas de poco han servido para consolidar una paz duradera y auténtica, y por el contrario han contribuido a crear un clima de 'culpabilidad'' sobre muchos que lo único que han hecho, como yo, fue cumplir con el deber y defender a nuestros conciudadanos demócratas y republicanos de otros que no s querían imponer un régimen dictatorial similar al entonces vigente en los países del bloque comunista".

El militar, procesado en el 2006 por delitos de "homicidio muy especialmente agravado", estuvo "frente a la boca de los fusiles del enemigo mientras rebotaban alrededor". "Tuve suerte: ninguna dio en el blanco. A la inversa, también tuve a esos enemigos en la mira de la cabina y alguna vez herí a alguno", dijo.

Gavazzo explica que al detener a un integrante de la guerrilla, "el factor tiempo se tornó un elemento básico para poder obtener información del prisionero que permitiera llegar a los integrantes del resto de la célula antes de que se percataran de lo sucedido", según los adelantos de Búsqueda.

Entre los detenidos, "la mayoría (...) se doblegaba de inmediato, lo que nos permitía seguir su cadena de contactos". "Las mujeres eran mayoritariamente y en todos los aspectos mucho más duras de carácter y de comportamiento más inteligente que los hombres (...) Los obreros, absolutamente minoritarios en las organizaciones terroristas, eran por lejos más concientizados e inteligentes que los estudiantes".

Apremios

El militar excusa el hecho de haber aplicado apremios físicos al aclarar que "una demora en la obtención de la información podía haber significado la pérdida de una o más vidas humanas".

Luego compara la situación con la de un padre al que le secuestran un hijo, al que van a matar, y tiene la oportunidad de sacar la información a uno de los secuestradores. "¿Qué hace usted? ¿Se comporta éticamente en forma correcta y deja que su hijo muera o agota cualquier medio para que ese hombre le diga la forma de salvar la vida de su hijo?", inquiere al lector.

"Si usted, señor lector, me responde que no le salta arriba al secuestrador y le aprieta el gañote hasta que le diga dónde encontrar a su hijo, permítame decirle respetuosamente que no le creo, o que su sangre no es tal, sino sólo horchata". En esos momentos de la sociedad "agredida por las bombas y balas terroristas", Gavazzo, como integrante de las Fuerzas Armadas "tenía la responsabilidad legal, constitucional y moral de velar por todos esos hijos de desconocidos conciudadanos".

"La primera obligación fue sin dudas que ese terrorista nos dijese donde estaba ese hijo secuestrado y así poder salvarlo de una muerte segura. Yo procedí así, ya que el primero de los derechos humanos es el derecho a la vida y sin el mismo los demás dejan de tener sentido de existir", agrega en su libro.

El militar trata de mentirosos, cobardes e hipócritas a los magistrados "que ocultan la verdad" y "por supuesto sus cómplices encubiertos, los integrantes de ex organizaciones terroristas, hoy convertidos en testigos y denunciantes". "Y a los integrantes del PVP traídos por mí desde Argentina, les agrego que son unos desagradecidos relucientes de una gran pobreza de espíritu".

Gavazzo aclaró que a los presos que por cobardía entregaron a sus compañeros "jamás hubo que apretarles el gañote, ya que su voluntaria colaboración lo hacía innecesario". "Fueron muchos más de los que comúnmente se piensa los Amodio Pérez o las Pilar Nores", dice al respecto de aquellos que daban información a cambio de beneficios.

"Ni yo ni ningún camarada apretamos el gañote por o con placer a nadie. Fue una desagradable necesidad de la guerra", sentencia, agregando que métodos más cruentos fueron usados en la revolución mexicana o comunista. "Yo apreté a algunos enemigos de entonces, pero lo hice para prevenir el mal mayor, como un cirujano que corta una pierna gangrenada", afirma.

Finalmente, asegura que todas las personas detenidas, salvo María Claudia García de Gelman, integraban organizaciones subversivas y terroristas, criticando a Sara Méndez, que "prefirió ser terrorista antes que madre y luego pretendió reclamar como madre lo que perdió como terrorista"

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