La República. 29 11 10. Por Juan Raúl Ferreira
La lucha contra la dictadura uruguaya fue una. Se libró en diversos frentes. Pero una lucha. Quizás en eso también, el proceso uruguayo fue distinto de otros. Se luchó dentro del país, en la clandestinidad, en las cárceles, en el exilio, pero con un rumbo. Las consignas podían tener letra distinta, pero una misma partitura. El NO que festejó el Uruguay en las calles, retumbó en todos los rincones del planeta. Los presos, los que vivían en Uruguay y los exiliados, sentíamos que se acercaba el momento del gran abrazo del reencuentro.
El NO de la consulta de los militares, además se gestó y logró desde todos los frentes de batalla. Sin duda en actos y movilizaciones, programas de TV y debates en Uruguay. Tampoco se puede de dudar la influencia de Wilson desde el exilio en la determinación y movilización blanca. Seregni escribió desde la cárcel desde la que dos años más tarde también, decidiera la modalidad de participación del frente (voto en blanco) en las internas partidarias del 82.
Yo vivía en Washington, y un periodista brasilero acreditado allí había venido al Uruguay a escribir un artículo para la revista "Veja" previo a la votación. Volvió y aseguró que el SI de la dictadura iba a perder. Sus entrevistas a los dirigentes de todos los partidos, pero sobretodo a los funcionarios de la Corte Electoral, le aseguraban esa impresión. Sus esfuerzos por entender el sistema electoral uruguayo no alcanzaron para que se aproximara a ello, pero sí se dio cuenta de cuan arraigada estaba la conciencia del voto en nuestro pueblo. La Corte Electoral en ese entonces estaba intervenida. Pero los trabajadores de la misma eran ciudadanos celosos de su responsabilidad.
Al principio no creíamos que íbamos a festejar el triunfo del NO. Quizás dentro del país ocurrió algo parecido, ya que unos pocos dirigentes de los partidos tradicionales se anotaron con el sí, algún otro vaciló hasta el último instante. Lo que teníamos claro es que la mera campaña electoral iba a permitir abrir nuevos espacios, aparecer nuevas voces, surgir nuevas modalidades de expresión dentro del país.
Y así fue. Apareció la figura gigante de Tarigo que junto a la valiente postura de Eduardo Pons Etcheverry hicieron añicos la ínfulas continuistas del ministro Bolentini. Surgió Alberto Zumarán, que recorrió el país, ya que los principales oradores que podía tener el Partido estaban proscritos. La noticia fantástica del acto por el NO en el Cine Cordón. Manifestación pacífica y democrática por definición que fue disuelta a caballo dentro del propio cine.
Desde Londres, Wilson había mandado un mensaje grabado llamando a votar por NO a su Partido. El copiado, la distribución clandestina, las reuniones para escucharlo, el tipeado de la versión escrita, los mimeógrafos ocultos y los envíos y repartos... Los mensajes de Wilson no valían sólo por su contenido, sino por la red de militancia que generaban. Este culminaba diciendo: "El hombre libre es aquel que descubre dentro de sí el poder y la alegría de decir que no."
EL PODER Y LA ALEGRIA DE DECIR QUE NO...pasó a ser un grito de lucha en los actos blancos. Los autos prendían sus limpiaparabrisas como señal de NO. Ir a votar era ejercer el derecho conculcado por Bordaberry y aprovechado por los militares para perpetrar su modelo totalitario (no autoritario, como algunos dicen ahora, emulando a la ex diplomática norteamericana Jeane Kirkpatrick).
Ganó el NO. En Uruguay las bocinas de los autos tocaban SE VA A ACABAR... En el exilio nació el canto de "Vamos a volver al Uruguay..." Por segunda vez en mi vida vi llorar a mi padre. No eran las lágrimas de tristeza que compartimos luego del asesinato del Toba y Zelmar. Los dictadores estaban acorralados. Con el cristalino voto ciudadano, aquellos sembradores de terror, esa noche, tuvieron miedo.
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