Busqueda. Vida Cultural. Jueves 2 2 12 (*)
Entre el sábado 28 de enero y el domingo 5 de febrero, un espectáculo teatral coproducido entre Alemania y Uruguay llama la atención en la reducida pero cada año más interesante cartelera estival montevideana. Antígona Oriental reúne este célebre mito griego relatado por Sófocles —que se ha transformado en el último cuarto de siglo en un símbolo del teatro político rioplatense, versionado mil y una veces en ambas márgenes del Plata— con el testimonio en escena de un grupo de ex presas políticas, algunas de sus hijas y otras exiliadas durante la última dictadura.
Una vez más, Marianella Morena mira hacia el pasado para rescatar la mirada femenina, que no se limita al encuadre feminista. A veces su excavación es bicentenaria, como en “Trinidad Guevara”, pero puede ser centenaria, como en “Los últimos Sánchez”, cincuentenaria, como en “Las Julietas”, o retroceder solo unas pocas décadas (“Resiliencia”). Pasado y mujer son, sin dudas, los ejes centrales de su valiosa obra, que ya supera los tres lustros.
En este caso, Morena no es dramaturga ni directora, dos roles que ejerce en modo indisoluble en todos sus espectáculos. En Antígona Oriental es la ideóloga del proyecto, la que lo propuso al Instituto Goethe de Montevideo, la que viajó a Alemania en busca de un realizador interesado en el teatro político y la que convenció al director Volker Lösch de que se hiciera cargo de la puesta.
Lösch, uno de los principales animadores del teatro contemporáneo alemán, se entusiasmó con el proyecto de adaptar los testimonios de las mujeres que sufrieron violencia militar y, para ello, propuso versionar “Antígona” combinando en escena la actuación de actores y actrices profesionales con un coro compuesto por las propias protagonistas de los hechos. Al unísono, ellas representan en vivo el testimonio de sus propias vivencias.
Este encuentro escénico entre actores y ciudadanos es la marca de fábrica de Lösch, quien se ha transformado en la última década, desde la dirección artística del Staatstheater de Stuttgart —una de las principales instituciones europeas de artes escénicas—, en un punto de referencia del teatro alemán actual, con presencia en toda Europa y coproducciones con otras compañías, como la Tanztheater Wuppertal de Pina Bausch.
Años atrás, Lösch dio un brusco volantazo a su carrera y comenzó a incorporar a sus montajes la presencia de personas comunes, “no actores”, que narran su experiencia en primera persona. Así, asesinos en recuperación diseminados entre el público cuentan por qué mataron, inmigrantes ilegales y habitantes de asentamientos irregulares cuentan un día de su vida, o un grupo de desempleados explica su situación al público que pagó su entrada.
Según contó Lösch a Búsqueda días atrás, el motor que mueve su obra es la búsqueda —y la recuperación— del diálogo entre el teatro y la realidad. Entiende que el teatro cae con frecuencia en círculos estéticos elitistas, demasiado autorreferenciales y peligrosamente adeptos a la autopleitesía, lo que provoca su inmediato alejamiento de la actitud crítica hacia la sociedad y hacia sí mismo, además de distanciarse rápidamente de la audiencia. Dice que pretende un verdadero “arte popular” en el que los ciudadanos puedan reconocerse. “Hacer entrar la vida al teatro”, insiste: ese es su lema.
En Antígona Oriental, Morena encaró el complejo oficio de la dramaturgia, tarea que ya es de uso corriente en el teatro europeo pero que aquí aún está en pañales, y que es divulgada con entusiasmo por adelantados teatrales con un pie en Uruguay y otro en la escena europea, como Laura Pouso, quien integra este equipo de producción.
El dramaturgista se encarga, a grosso modo, de la adaptación del texto original a las necesidades locales de la puesta. En este caso, la investigación histórica de Mariangela Giaimo y un enorme volumen de material escrito por las 19 mujeres convocadas a contar su historia fueron los insumos para la versión final, que combina la palabra de Sófocles, Lösch, Morena y las mujeres uruguayas, luego de un arduo proceso de selección y edición.
Entre las integrantes del coro se encuentra Irma Leites, polémica dirigente política y social, que desde la Plenaria Memoria y Justicia se ha enfrentado en varias ocasiones al espectro político institucional uruguayo.
En los diversos parlamentos corales se narran durísimos episodios de violación de derechos humanos vividos por las mujeres durante la reclusión: abusos físicos, sexuales y psicológicos a ellas mismas, a sus hijos y a sus familias en el exterior. No hay intención alguna de ocultar el carácter explícitamente discursivo de este espectáculo. Se denuncia con nombre y apellido la impunidad de muchos militares y civiles acusados de asesinatos, torturas y de colaborar con esas prácticas. También se recrimina duramente al presidente Mujica y al ex mandatario Tabaré Vázquez su política de derechos humanos, y se reprocha al Frente Amplio “haberse alejado” de sus históricos principios ideológicos y humanos de izquierda.
Así, la tragedia clásica se fusiona con el teatro testimonial, una de las más fuertes corrientes del teatro posdramático europeo, que tiene su epicentro en Alemania al influjo de realizadores como Heiner Müller y la propia Bausch, matriarca de la danza-teatro, obsesionados en resignificar el sentido de las artes escénicas, en alejarlas de su dimensión museística y en permitirles volver a ser un reflejo cabal del tiempo presente y no solo de un pasado distante y añorado. Entonces, ya no todo pasa por “contar una historia”, sino que una situación puntual o un planteo discursivo pueden ser el centro de gravedad conceptual de un espectáculo escénico en diálogo permanente con otras disciplinas como la danza, la música, la poesía o el arte circense.
Este proyecto, tan ambicioso como inusual para el teatro uruguayo, comenzó en 2009 con la gestión inicial de Morena. Continuó en 2010 con su viaje a Alemania y con la incorporación de Lösch. En enero de 2011, se realizó el casting entre las decenas de aspirantes. Los elegidos se unieron al elenco de actores para el primer ciclo de ensayos, en octubre de 2011, ya bajo la dirección de Lösch.
Según el director, el espectáculo está planteado como la narración de una parte poco conocida de la historia reciente uruguaya, despojada de la mirada historiográfica o periodística y centrada en el relato artístico. Si bien se trata una temática en la cual debió sumergirse para obtener información, existen aquí lazos con su historia familiar, marcada por haber vivido en Uruguay unos años cuando era niño, y por la negación de sus ancestros de cualquier referencia al pasado alemán. “Mis abuelos no hablaban del nazismo ni de la persecución a los judíos. Hasta que la juventud europea no aguantó más la presión de ese silencio y todo explotó en el ‘68. Como artista, no tengo por qué ser objetivo. Hablo y compongo espectáculos desde mi subjetividad”, resume el alemán.
Su búsqueda coincide en el Solís con la de Morena: arrojar luz sobre un costado poco iluminado, el de la mujer como doble víctima de violencia, física y psicológica, política e ideológica, pero también relacionada con su género.
Antígona Oriental es una producción del Instituto Goethe de Uruguay, y cuenta con la participación de la Dirección Nacional de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura, y con la colaboración del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, la Unesco, la Fundación Mario Benedetti y la organización Crysol, que nuclea a ex presas políticas, y el PIT-CNT.
El grupo de mujeres que interpretan sus propias historias vitales está compuesto por Anahit Aharonian, América García, Ana Demarco, Ana María Bereau, Cecilia Gil Blanchen, Carmen Maruri, Carmen Vernier, Graciela San Martín, Gloria Telechea, Irma Leites, Laura García-Arroyo, Lilian Hernández, Ethel Matilde Coirolo, Mirta Rebagliatte, Myriam Deus, Nelly Acosta, Nibia López, Tatiana Taroco y Violeta Mallet.
El elenco de actores, integrado mayoritariamente por recientes egresados de la EMAD y otras escuelas de teatro, tiene a Sergio Mautone como reserva de experiencia. Lo acompañan Sofía Espinosa, José Pedro Irisity, Victoria Pereira, Bruno Pereyra y Fernando Vannet, todos con tres o cuatro años de experiencia profesional en el teatro independiente montevideano.
En el equipo de diseñadores están la vestuarista Paula Villalba, el lluminador Martín Blanchet, el músico Rafael Antognazza, la dramaturga Luciana Lagisquet, la coreógrafa Carolina Besuievsky, la cantante Silvia Uturbey y la realizadora María Trabal.
Las primeras cuatro funciones fueron entre el sábado 28 y el martes 31 de enero.
Esta semana se cierra el ciclo inicial en Montevideo, entre hoy jueves 2 y el sábado 4 a las 21:30, y el domingo 5 a las 20 horas. La obra dura una hora y media, y las entradas para verla cuestan $ 150.
Javier Alfonso
(*) Foto de archivo